En el Cuerno de África se vive lo que la ONU ha definido como «tragedia humana de proporciones inimaginables». Unos 12,4 millones de personas en Somalia, Yibuti, Etiopía y Kenia y millones más en otros países vecinos tienen sus vidas amenazadas. Por una parte la hambruna, por otra la emergencia humanitaria.
Entre los indicadores de la hambruna figuran una tasa de mortalidad diaria superior a dos personas fallecidas de cada 10.000 y tasas de malnutrición que sobrepasen el 30 por ciento de la población. Las previsiones son de que la hambruna se extienda a todas las regiones del sur de Somalia en las próximas cuatro a seis semanas. Es muy posible que se prolongue al menos hasta diciembre. Una estimación hecha por el gobierno de Estados Unidos indica que en los últimos 90 días han muerto más de 29.000 niños menores de cinco años en el sur de Somalia.
La situación de emergencia deriva de una crisis más amplia a la que se ha llegado por la sequía, la carestía de las materias primas a nivel global y los conflictos armados que arruinan la región.
Según la FAO «es necesario un esfuerzo continuo para poner en marcha una respuesta inmediata, global y a gran escala». La Agencia de la ONU busca fondos con los que se pueda proteger a los más vulnerables, salvar vidas y medios de subsistencia a corto plazo y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
Entre las medidas más inmediatas están la distribución de semillas, recursos y aperos para la próxima temporada de siembra que será en octubre próximo. Apoyo a la salud del ganado mediante fármacos, vacunas, formación de los ganaderos y programas de «dinero por trabajo» y transferencias de dinero en efectivo. Se trata de salir de este bache terrible y generar resistencia a la sequía y al cambio climático.
Ya se ha venido trabajando en todos estos aspectos pero la ausencia total de precipitaciones en las épocas de lluvia de octubre y diciembre de 2010 y que millones de personas han tenido que huir de sus casas obligadas por la violencia, abandonando tierras, ganado y cualquier otra pertenencia, han echado por tierra el trabajo realizado.
La Unión Africana (UA) ha aplazado dos semanas la Cumbre que había convocado el próximo 9 de agosto para reunir fondos. Están llamados los jefes de Estado de África, representantes de la industria privada y organizaciones humanitarias.
Por su parte la Unión Europea va a destinar otros 175 millones de euros en la ayuda al desarrollo en favor de Somalia. Los recursos se invertirán en Somaliland, Puntland y en otras regiones del centro en las que hay una cierta estabilidad para que los programas surtan efecto. En cuanto a la ayuda humanitaria, la UE es uno de los principales donantes. Hace unos días se han destinado unos 28 millones de euros y se está acelerando la movilización de otros 60 millones de euros.
Somalia, un territorio sin gobierno situado en un lugar de privilegio para los piratas
En Somalia no hay gobierno desde 1991. El país se creó en 1960 cuando la Somalilandia británica obtuvo la independencia y la parte que había sido colonia italiana se puso bajo mandato de la ONU. Las dos partes se unieron y el 1 de julio de 1960 se creó la República de Somalia. Una unión ficticia. El último gobierno central lo presidió Siad Barre que llegó al poder por un golpe de estado y ejerció una férrea dictadura hasta que fue derrocado en 1991. Desde entonces y hasta 2004 ha habido 14 intentos de establecer un gobierno. Por último se creó uno de transición que solo tiene un cierto poder en algunas calles de la capital, Mogadiscio, presidido por un islamista moderado, el jeque Sharif Sheikh Ahmed.
El resto del país está en manos de señores de la guerra, clanes, islamistas y piratas. El grupo más fuerte es Al-Shabab, que se ha declarado leal a Al Qaeda. Controla la mayor parte del sur somalí y avanza hacia la capital del país, no permite la ayuda humanitaria y solo algunas organizaciones pueden prestar una asistencia limitada, Cruz Roja y la Media Luna Roja sobre todo.
En estas condiciones la costa de Somalia se ha convertido en el refugio de los piratas que secuestran buques en el Golfo de Adén, piden rescates millonarios a los armadores y a las agencias de seguros y amplían sus negocios a la migración ilegal, las drogas o el contrabando. La operación Atalanta de la UE, en la que España tiene una participación importante, contribuye de una manera decisiva a la seguridad en estas rutas marítimas y a la escolta de los barcos del Programa Mundial de Alimentos (PAM).
A las familias somalíes, dedicadas a la agricultura y la ganadería, no les queda más que huir hacia Kenia y Etiopía donde el panorama no es mucho mejor. Allí están los campos de refugiados, como el de Dadaab, en los que, al menos, las ONG internacionales les pueden prestar alguna ayuda.
Ver también:
«Hambruna en el Cuerno de África. El campo de refugiados de Dadaab»