¿Será capaz esa misma UE con valores 'europeos', con su humanismo y su 'mission civilisatrice' que le dice a otros cómo ajustarse al derecho internacional y respetar los derechos humanos?
La respuesta a si la UE será considerada criminal en términos del derecho internacional se conocerá entre este jueves 17 y viernes 18, cuando el Consejo Europeo se reúna para decidir si seguirá adelante con el acuerdo con Turquía para gestionar la crisis de refugiados.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional sabe de qué se trata esto y se refiere al acuerdo con términos como 'miopía alarmant, 'inhumano', 'deshumanizador', 'moral y legalmente erróneo'. Además, considera que «los gobernantes de la UE y Turquía alcanzaron un nuevo mínimo, al canjear los derechos y la dignidad de algunas de las personas más vulnerables del mundo».
Además, de «ninguna manera Turquía puede considerarse un ‘tercer país seguro’ para que la UE delegue con comodidad sus obligaciones», opina Iverna McGowan, directora de la oficina de instituciones europeas de Amnistía.
Cuando la organización de derechos humanos con sede en Londres se expresa de esa forma, hay que prestar mucha atención. Yo lo hago y firmé la Carta Abierta al primer ministro de Suecia, Stefan Löfvén, protestando para que su gobierno no se una a un acuerdo inhumano con Turquía que viola el derecho internacional.
¡Dénse prisa, es mañana!
Detrás de cada persona refugiada está el comercio de armas y una posición militarista. Una inmensa mayoría de los refugiados huyeron de guerras conducidas por gobernantes de la UE irresponsables y con una mentalidad estrecha. Y siguen haciéndolo, con Dinamarca como último en unirse a la tragedia. Los países de la UE constituyen juntos la mayor economía del mundo.
Qué extraño resulta que la UE tenga recursos para librar una guerra tras otra, tenga enormes presupuestos militares y armas nucleares y destine infinitos recursos a la guerra contra el terrorismo, pero se considere cobardemente incapaz de encontrar recursos necesarios para atender a 1,2 millones de personas que buscan asilo entre sus 500 millones de habitantes: ¡el 0,24 por ciento del total!
Precisamente porque los países de la UE son responsables de que la mayor parte de los refugiados hayan tenido que abandonar sus países, tenemos una obligación moral especial de a) recibirlos; b) aprender a no iniciar guerras así en el territorio de otro.
Cuando hay voluntad, se encuentra un camino. Si la UE va a hacer algo bueno, ahora es el momento.
No hay una crisis de refugiados en la UE. Hay otras crisis:
1) Una crisis causada por años de militarismo;
2) una crisis de gestión;
3) una crisis de liderazgo o, con excepción de la canciller de Alemania, Angela Merkel, ningún liderazgo en materia de políticas comunes; y
4) una crisis de solidaridad, humanidad y ética.
Y podría agregarse otra crisis más en quinto lugar, el racismo europeo que adopta la forma de la islamofobia.
Estoy bastante seguro de que la UE hubiera actuado de manera diferente si hubiera ocurrido una enorme catástrofe natural o si hubiera colapsado una planta nuclear en Israel y 1,2 millones de judíos llegaran a Europa o si un país del bloque hubiera sufrido algo parecido en su propio territorio.
Si estos jueves y viernes, la UE decide implementar un acuerdo inmoral, que además atenta contra el derecho internacional, con Turquía, un país en guerra con un gobierno cada vez más autoritario, favorable al terrorismo e inseguro para los refugiados, la decadencia moral del mundo occidental será obvia.
Si no lo es para sí mismo, al menos para el 92 por ciento del mundo que vive fuera de él.
Y la UE no merecerá otra cosa mejor que su propia disolución, porque no colabora por un mundo mejor sino para uno peor.
Desde el punto de vista técnico, ¿qué queda si el derecho al asilo, las convenciones de Schengen y de Dublín, entre otras, las viola el propio Consejo Europeo?
O la UE apuesta por un mundo mejor o es hora de que la reemplace otra Europa. (IPS)
* Jan Oberg, es profesor de estudios de paz, cofundador y director de TFF. Además es doctor en sociología y profesor adjunto de la Universidad de Lund y profesor invitado de varias universidades. Fue director del Instituto de Investigaciones de Paz de la Universidad de Lund, ex secretario general de la Fundación Danesa para la Paz; exmiembro del gubernamental Comité sobre Seguridad y Desarme danés.