Ya existe una etiqueta desde 2006, fue una iniciativa intergubernamental entre 17 Estados miembros y otros tres europeos, a partir de ahora se reconocen oficialmente en toda la UE estos sitios que contarán con unos criterios de calidad definidos y recursos económicos propios. España es uno de los países que puso en marcha la iniciativa junto con Francia.
Lograr el acuerdo de los veintisiete ha costado un poco de trabajo, se han tenido que superar las reticencias de Reino Unido , Dinamarca o República Checa, que eran partidarias de dar un enfoque más nacional a la promoción y protección cultural.
En la actualidad, tienen la etiqueta 64 lugares, en España, el Cabo Finisterre, el archivo de la Corona de Aragón, la Residencia de Estudiantes y el Monasterio de Yuste. Todos estos lugares conservarán su etiqueta.
A partir de ahora los países europeos podrán proponer dos candidatos cada año, un comité independiente de expertos dará el sello a uno de ellos por país. La denominación europea se podrá aplicar a monumentos, lugares urbanos o naturales, paisajes urbanos, lugares históricos y bienes tangibles e intangibles.
Todos los lugares del Patrimonio Europeo serán sometidos a revisión cada seis años para garantizar que cumplen las normas establecidas. Los Estados miembros deberán sufragar el mantenimiento, mientras que la UE aportará casi un millón de euros al año para gastos de coordinación y organización.