A partir de ahora, para consumir cannabis en uno de esos locales, los holandeses o residentes en el país tendrán que hacerse con un carnet de socio de cofee-shop y los establecimientos podrán tener un máximo de 2.000 miembros. Los extranjeros están excluidos.
La medida pretende limpiar la imagen turística de Holanda, controlar la exportación de marihuana y evitar problemas de salud provocados por la droga, pero la exigencia de un carnet de fumador de cannabis ha provocado una fuerte polémica entre los consumidores y entre los propietarios de coffee-shops.
Los primeros creen que es una discriminación tener que registrarse como tal, aunque un tribunal holandés rechaza que la ley viole la intimidad de las personas que quieran comprar droga en esos locales. El Tribunal Europeo de Justicia ya se pronunció sobre el caso en el mismo sentido, con el argumento de que no hay discriminación porque el comercio de cannabis no es legal en toda la UE.
Los dueños de cofee-shops temen que el negocio no sobreviva. El 70% de sus clientes son extranjeros. Se calcula que 135.000 españoles cada año hacen «turismo del porro» en Holanda, solo por detrás de los estadounidenses, unos 175.000.
Las autoridades holandesas pretenden además frenar las exportaciones de cannabis holandés manipulado con concentraciones peligrosas para la salud, «un peligro para el fumador más vulnerable, el adolescente», según el ministro de Justicia holandés, Ivo Opstelten.
La prohibición entra en vigor este martes en las provincias limítrofes con Bélgica y Alemania (Brabante, Limburgo y Zeelandia) y se extenderá al resto del país en 2013. Los responsables del turismo holandés son conscientes de la caída en el número de visitantes que provocará la nueva ley, pero confían también en atraer a otro tipo de turistas que no viajaban hasta ahora a Holanda por su tolerancia con las drogas.