En enero de 2012 el foco de atención mundial se centraba en un crucero, el Costa Concordia, que había quedado, sorprendentemente, varado en una isla italiana. Un año y medio más tarde, el barco sigue varado junto a la costa y los focos se desplazan hacia el Teatro de Grosseto, en la Toscana italiana.
El único acusado del accidente es el capitan Francesco Schettino, que se enfrenta a acusaciones de homicidio culposos múltiple, abandono de la nave, naufragio y por no haber informado inmediatamente a las autoridades portuarias de la colisión. El abogado del capitán trata este miércoles de pactar una condena a tres años y cinco meses de cárcel, aunque una audiencia preliminiar rechazó esta posibilidad.
Se han presentado 242 partes civiles demandantes entre pasajeros, administraciones, organizaciones sociales y también el grupo Costa Cruceros, al que pertenecía el barco. Entre los 400 testigos, destaca la presencia de la bailarina y exintegrante de la tripulación del Costa Cruceros, la moldava Domnica Cemortan, que, según algunos testigos, acompañaba a Schettino en la sala de mandos en el momento del impacto.
Este viernes tendrá lugar un proceso paralelo para estudiar las penas pactadas por otros acusados del naufragio como el responsable del puente de manod y otros encargados del crucero. Todos ellos han llegado a un principio de acuerdo que supone entre uno y dos años de reclusión.
Mientras en Giglio, el Costa Concordia continúa varado, esperando ser remolcado para su posterior desgüace. El buque, que realizaba una singladura de siete días por el Mediterráneo, transportaba en el momento del accidente a 4.229 pasajeros y miembros de la tripulación que pasaron varias horas sin que nadie diese la orden de abandonar el barco. Murieron 32 personas y todavía hay dos desaparecidos. Si se cumplen los últimos plazos previstos en septiembre se retirará la nave, lo que permitirá limpiar el lecho marino y replantar la flora para minimizar el impacto medioambiental.
Como el Costa Concordia, Giglio también ha dado la vuelta a su principal actividad económica: el turismo. Las autoridades locales calculan que el naufragio ha provocado una caída del 40% de los veranenate, pero a cambio ahora reciben diariamente grupos de curiosos que se acercan hasta el lugar para fotografíar el barco naufragado.