Ninguna de las tres noticias políticas de la jornada han sorprendido. Desde hacía días el rechazo a la independencia de Escocia se preveía en las encuestas, eso sí por menos diferencia del resultado final. La dimisión de Salmond también era previsible. Después de haberse jugado todo en el pulso independentista con Cameron, la derrota comportaba la marcha del abanderado del «Si». No lo hará hasta noviembre, pero el político nacionalista, ha dicho que «como líder se ha acabado mi tiempo, aunque para Escocia la campaña continúa y el sueño no debe morir nunca». La derrota tenía sabor agridulce, no ha conseguido su objetivo, pero sí más concesiones de Londres para Edimburgo.
Al otro lado del canal de la Mancha, otro líder, Nicolas Sarkozy, cree que debe tener otra oportunidad en la política de su país. El anuncio de que podría presentarse a las elecciones presidenciales era cuestión de horas. Un rumor insistente desde hace unos días en París. El expresidente francés no ha dado ninguna rueda de prensa, ha anunciado su decisión de concurrir en la lucha por el liderazgo de su partido en su página de Facebook.
En su perfil de la red social, Sarkozy escribe «quiero a Francia demasiado; estoy demasiado apasionado por el debate público y por el futuro de mis compatriotas como para verlos condenados a elegir entre el espectáculo desesperante del presente y la perspectiva de un aislamiento sin salida».
«Sería una forma de abandono quedarme de espectador, ante la situación en la que se encuentra Francia» ha escrito Sarkozy. Imputado en una causa judicial e investigado en otras seis-, con la derecha descabezada y la izquierda dividida, muchos observan con escepticismo su reaparición en la escena política francesa. Sus rivales le acusan de buscar inmunidad.
En noviembre los dos líderes volverán a ser noticia. El congreso del Partido Nacional de Escocia (SNP) se celebrará entre el 13 y el 15 de noviembre. El de la Unión por la Mayoría Popular (UMP) será el 29 de ese mes. Alex Salmond y Nicolas Sarkozy tienen la misma edad, 59 años. Salmond considera que su tiempo ha acabado, Sarkozy defiende que todavía tiene propuestas que hacer en política. Son maneras diferentes de ver las cosas.