Rusia, el amigo imposible de Europa

Rusia y la Unión Europea han celebrado su cumbre número 30 para constatar que en política internacional, en economía y en derechos humanos ambas partes tienen intereses y puntos de vista irreconciliables. Putin y los líderes comunitarios han posado sonrientes y han hablado de avances en la cooperación, pero los hechos cantan.

Putin y Barroso se abrazan tras la cumbre UE-Rusia
Putin y Barroso se abrazan tras la cumbre UE-Rusia / Foto:CE

El 45% de las exportaciones rusas vienen a la UE y el 35% de sus importaciones proceden de la UE. Vecinos, clientes y proveedores, Rusia y la UE están condenados a entenderse, pero Moscú marca territorio y no solo geográfico.

Para empezar, la interdependencia energética que reconocen ambos bloques no se ha traducido, una vez más, en más cooperación. Más bien lo contrario. El último paquete energético aprobado por Bruselas escuece en Moscú, hasta el punto de que el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo en la rueda de prensa que se trata de una «confiscación de las inversiones rusas».

La normativa europea separa producción, transporte y comercialización de la energía y pretende evitar que las grandes redes caigan en manos de compañías extranjeras. En Rusia se entiende que eso perjudica al consorcio gasístico Gazprom, al que la Comisión Europea acusa de abuso de posición dominante.

Otro punto recurrente son los visados de corta estancia entre Rusia y la UE, cuyo acuerdo sigue negociándose sin éxito y que Putin reclama como un estímulo para sus economías y no solo una ventaja para los ciudadanos.

En derechos humanos, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, recordó la preocupación de Bruselas por las denuncias recurrentes y mencionó el caso del abogado Serguei Magnitsky, quien hizo graves denuncias de corrupción contra las autoridades rusas y que murió en 2009 en una prisión de Rusia. Ante el reproche, el presidente ruso se permitió criticar la represión que sufren los rusohablantes en algunos países de la UE, las repúblicas bálticas.

La guerra en Siria es otro punto conflictivo en las relaciones bilaterales. Putin negó antes los líderes europeos que esté apoyando al régimen de Bashar al Assad y afirmó que apuesta por un cese de la violencia. En un tono conciliador, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, dijo que tanto Rusia como la UE coinciden en «la urgencia de detener el combate», pero también recordó que los 27 piden la salida de Bashar y apoyan a la coalición opositora.

Para dar contenido a la cumbre, los líderes comunitarios expusieron como éxito la creación de una Asociación para la Modernización, que busca ampliar la cooperación económica y tecnológica.

En la prensa y las televisiones europeas, de esta cumbre queda la imagen de la policía belga deteniendo a las activistas ucranianas de Femme en una de sus estrambóticas protestas contra la visita de Putin a Bruselas. Durante los días de celebración del encuentro, la noticia que más se difundió de Rusia fue la prohibición de adoptar niños a los ciudadanos de Estados Unidos.