Las nuevas restricciones que Estados Unidos y la Unión Europea han interpuesto sobre Rusia a consecuencia del derribo del avión de Malaysia Airlines, presuntamente perpetrado por milicias prorrusas, ya han sido valoradas por el gabinete de Vladimir Putin. Según el organismo, estas medidas tendrán consecuencias negativas para muchos de los estados de Europa que, por uno u otro motivo, mantienen convenios unilaterales o bilaterales con el gigante eurasiático. Principalmente los países bálticos y los del Este de la UE, antiguos satélites de la extinta Unión Soviética, y que todavía mantienen estrechos lazos de dependencia económica y política de Moscú. La mayoría de ellos se han mostrado reacios, hasta ahora, a un enfrentamiento directo con la potencia euroasiática.
Para llevar a efecto tal amenaza, las autoridades sanitarias de Moscú ya han prohibido esta semana la importación de conservas de pescado y productos cárnicos procedentes del principal campo de batalla del conflicto, Ucrania. Mañana, 1 de agosto, entra en vigor una nueva privación: la de las importaciones de fruta y verdura desde Polonia.
Por otro lado, el vice primer ministro ruso, Dmitri Rogozin, se ha referido a la petición liderada por Estados Unidos y David Cameron para que Francia no suministre los portaaviones Mistral a Rusia en virtud de un contrato cifrado en unos 1.200 millones de euros. El político ruso advierte que, de si los galos hacen caso a sus aliados, su país podría «construir un buque similar e incluso uno más adecuado para combatir las condiciones meteorológicas árticas», lo cual desembocaría, a su juicio, «en una crisis colosal en los astilleros franceses».
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones para la Unión Europea es la afectación de las represalias rusas al suministro de gas. Bulgaria, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia dependen totalmente del gas que les suministra Gazprom, compañía rusa que es la mayor extractora y proveedora de este combustible del mundo. Asimismo, Polonia, Turquía o la propia Alemania tienen una dependencia importante de él, como demuestra el hecho de que Gazprom cubre un total del 30% de las necesidades energéticas germanas. Si finalmente Putin decidiese cortar el suministro a los europeos, tan solo Chipre, Dinamarca, Francia, España, Reino Unido, Portugal, Irlanda o Malta no se verían afectados, al valerse prácticamente al 100% de gas argelino o tener más diversificadas sus fuentes de abastecimiento, o contar con otras energías alternativas al gas, como la producción nuclear en el caso francés.
Rusia sufrirá los efectos de las restricciones de la UE
No son pocos los expertos que consideran que Moscú también saldría perdiendo en esta dura batalla. El jefe de Investigación Económica de Open Europe, Raoul Ruparel, cree que «las sanciones tendrán algún impacto en Europa», pero que «el efecto en Rusia parece que va a ser mayor, puesto que la confianza de los inversores del país va a sufrir una caída nada despreciable», en declaraciones a algunos medios occidentales.
Estas sanciones, promulgadas por la Unión Europea y Estados Unidos, consisten, a grandes rasgos, en la prohibición que tienen los agentes europeos de comprar y/o vender acciones o bonos emitidos por bancos cuyo principal accionista sea un banco ruso, la denegación de licencias para la exportación de tecnología para la extracción de gas o petróleo y, finalmente, el embargo de armamento o cualquier material que pueda ser utilizado con fines militares.