El pasado jueves 25 de Noviembre y coincidiendo con el inicio del IV Foro Económico Anual de Directivos de las corporaciones más importantes de Alemania (25 y 26 de noviembre), organizado por el diario Süddeutsche Zeitung, y al que también asistió el primer ministro ruso, el mismo diario alemán publicó un artículo de Vladimir Putin donde proponía soluciones a la UE para la incorporación de Rusia al espacio europeo. Este hecho supondría uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Unión. Dichas soluciones pasarían por crear una serie de alianzas estratégicas en la industria automovilística, la aérea, en la construcción de buques y en los sectores nuclear, espacial y farmacéutico.
El primer ministro ruso también declaró que su país podría entrar en la Organización Mundial del Comercio (OMC) a finales de 2011 e instaba a suprimir los visados entre Rusia y la Unión Europea, la unificación de la regulación aduanera y homologar la legislación de la UE con Rusia así como de eliminar los obstáculos existentes para los intercambios empresariales y privados, el principal de los cuales es el existente régimen de visados.
La relación de dos bloques antagónicos
La caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desaparición de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) marcaron un antes y un después en las relaciones de la UE con los antiguos países soviéticos y con Rusia. Los que fueron hace décadas dos bloques rivales y totalmente dispares iniciaron un acercamiento y un progreso en sus relaciones. Rusia empezó a aprovecharse del programa comunitario TACIS en 1991. TACIS fomentaba la democratización, la consolidación del Estado de Derecho y la transición hacia la economía de mercado de los nuevos Estados independientes (NEI) constituidos tras la desmembración de la Unión Soviética, apoyando sobre todo al desarrollo de las infraestructuras, el apoyo al sector privado y a las reformas de las instituciones, entre otros muchos ámbitos.
En 1997 ambos bloques iniciaron un acuerdo de colaboración y cooperación que duró hasta 2007 con el objetivo de crear un marco constitucional en campos como el comercial y económico, energía, medioambiente, ciencia y tecnología y otros sectores de orden civil, como la democracia y derechos humanos, en el establecimiento de un marco para el diálogo en materia de justicia e interior (lucha contra el crimen organizado) y en la celebración de dos Cumbres Anuales, contando con la participación de la Presidencia comunitaria, la Presidencia de la Comisión Europea y la Presidencia de la Federación de Rusia. Además de diferentes reuniones de los Consejos y Comités de Cooperación, formados por altos funcionarios, para analizar dichas relaciones.
Este acuerdo de comercio no ha sido el único de la UE con Rusia. También es importante destacar la colaboración en materia de energía. La red transeuropea de energía se encuentra ligada de manera preponderante al suministro de Gas natural procedente de yacimientos rusos. Rusia ha suministrado el 30% de gas natural y el 18% de las importaciones petroleras de la Unión. El país abastece de gas natural a Alemania, la mayor economía de Europa, satisfaciendo el 40% de sus necesidades y proveyendo hasta el 90% de la energía en algunos de los nuevos estados miembros de la UE, ex satélites de la URSS.
Dudosa incorporación a la Unión
Las aspiraciones rusas para entrar en la Unión Europea han sido mostradas de forma tímida por el gobierno transiberiano en varias ocasiones. Muchos vieron un acercamiento en cuestión de política internacional, clave para la entrada de Rusia en la UE, cuando tras los atentados del 11 de septiembre ambas partes apoyaron la Guerra en Afganistán de 2001 y más tarde, en 2003, Rusia por una parte y Alemania y Francia respaldados por la mitad de los estados de la UE por otra, conformaron el principal bloque que se opuso a la invasión de Irak de ese mismo año, liderada por George W. Bush, reviviendo con ello la esperanza de restablecer un mundo sin grandes bloques contrapuestos.
Pese a ello, Rusia nunca ha presentado oficialmente su aspiración a una candidatura de ingreso en la UE, tan solo la declaración de intenciones de Putin la semana pasada.
En el caso eventual de un ingreso de Rusia a la UE, muchos estiman que debería plantearse más en términos de fusión ya que el tamaño del territorio de Rusia es cuatro veces mayor al de la Unión y podría hacer tambalear el equilibrio económico de la UE, hoy por hoy ya bastante tocado a consecuencia de la crisis económica global.
¿Conviene enfocar a Rusia como un miembro de la Unión Europea o debe orientarse sólo como partenaire de la UE? Desde Europa se mira con series dudas que Rusia cumpla los criterios que se establecieron en el Consejo Europeo de Copenhague, en 1993 y que debe cumplir un estado para adherirse a la UE. Estos son 3:
- Criterio político: la existencia de instituciones estables que garanticen la democracia, el Estado de derecho, el respeto de los derechos humanos y el respeto y protección de las minorías;
- Criterio económico: la existencia de una economía de mercado viable, así como la capacidad de hacer frente a la presión competitiva y las fuerzas del mercado dentro de la Unión;
- Criterio del acervo comunitario: la capacidad para asumir las obligaciones que se derivan de la adhesión, especialmente aceptar los objetivos de la unión política, económica y monetaria.
Sucesos como los ocurridos en Osetia del sur en 2008, un modelo económico y social con un resistente comunismo y un respeto a los derechos humanos en entredicho, entre otros factores, hacen creer que Rusia sea siempre el eterno candidato durante otros muchos años más. Para los más europtismistas, la entrada de países como Polonia o Letonia, hasta no hace muchos años algo impensable, hace creíble la entrada de Rusia al conjunto de la Unión.
La adhesión de Rusia a la UE es un proyecto muy ambicioso y atractivo pese a los beneficios que originaría por ambas partes para sus sociedades pero es, para los especialistas, un proyecto prematuro con vistas de no llegar a concretarse en un futuro cercano.