Umea, a 600 kilómetros al norte de Estocolmo y con aproximadamente 117.000 habitantes, tiene una variada vida cultural. Esta estrecha relación de la población con el ámbito artístico es debida -en parte- a los 36.000 estudiantes universitarios que pasean por el campus de su conocida universidad, una de las más grandes de Suecia. Allí, entre otras disciplinas, se pueden realizar estudios de diseño, arte y arquitectura.
El programa que ofrece Umea a sus visitantes durante este año estará dividido en ocho estaciones, las mismas que se establecen en el calendario lapón (sami), el único pueblo ancestral nativo de la Unión Europea. Para dar a conocer sus orígenes, el centro de la ciudad se transformará del 21 de enero al 2 de febrero en un pueblo indígena sami. «La nieve se quemará», advierten, y no es para menos porque se realizará un espectáculo de fuego artístico al lado del río Ume, que da nombre a la ciudad. A partir de ese momento se sucederá un festival de luz y de música. También se exhibirán un conjunto de obras basadas en la relación que conserva esta población con la nieve y el hielo. El teatro, la literatura e incluso los deportes serán también parte de la interesante programación.
Por su parte, Riga no se queda atrás. La capital letona, la ciudad más grande de los estados bálticos con 696.618 habitantes, dará el do de pecho con su Festival de Ópera. Este evento inició su andadura allá por el año 1998 y recoge alguna de las obras maestras vocales e instrumentales del panorama musical internacional y también de la propia cosecha de la Ópera Nacional de Letonia. Allí destacará el director musical del Teatro Mijálovski (San Petersburgo) y la representación de «Las bodas de Fígaro».
Otro de los puntos fuertes por los que ha apostado Riga es una exposición de ámbar del Báltico y también otra de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial en la cultura. Aunque lo más emotivo para la población será el recuerdo de cuando los habitantes de Letonia, Estonia y Lituania formaron una gran cadena humana para evidenciar su deseo de independencia de la ex Unión Soviética, por eso el 18 de enero volverán a conmemorar este acto con el paso de los libros de mano en mano a modo de una cadena literaria.
El título de Capital Europea de la Cultura es una oportunidad para ambas urbes, pues será un aliciente para incrementar su turismo y ser conocidos internacionalmente. Según un estudio realizado por la Comisión Europea, las antiguas Capitales Europeas han visto incrementado el número de turistas en un 12 %. Sin embargo, este no es el único aliciente, también se destina a este programa parte de la subvención dedicada a proyectos culturales, cifrada en 1,5 millones de euros. Gracias a este incentivo las regiones elegidas tienen la oportunidad de desarrollar e impulsar al máximo los recursos culturales de su ciudad.
La primera en ostentar el título de Capital Europea de la Cultura fue Atenas en 1985, desde entonces España tan solo ha podido disfrutar de este encargo en tres ocasiones: en el año 1992 en Madrid, en 2000 en Santiago de Compostela y, por último, en 2002 en Salamanca. No obstante, se espera que en 2016 será San Sebastián el lugar elegido. Su lema, toda una declaración de intenciones que va acorde con el espíritu de la iniciativa europea: «La cultura y la educación como medio para abordar sin violencia los conflictos que surgen cotidianamente de la convivencia entre diferentes».