Los severos programas de austeridad impuestos por la troika formada por el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo están conduciendo a Grecia y a Portugal a una espiral económica negativa.
En esos dos países, así como últimamente en España e Italia, «se están sacrificando el crecimiento y las inversiones, provocando un aumento alarmante del desempleo», alerta el catedrático del Instituto Superior de Economía y Gestión de Lisboa. «Hay una presión descomunal sobre la economía griega, que ya sufre una caída de su producto interior bruto (PIB) muy superior a la proyectada, debido a un modelo de ajuste que no funciona, porque, pese al recorte de salarios, no aumentan la exportaciones»
De la misma manera, la crisis en España, Portugal y Grecia, «con recortes de consumo e inversiones públicas, así como la caída del ritmo de crecimiento de Alemania, Holanda, Francia y Bélgica, cambian el cuadro, pues el proyectado aumento de las exportaciones no es tal», subraya Olivares.
En el caso de Portugal, las cuentas públicas se manejan con mano de hierro a fin de cumplir las metas del déficit fiscal exigidas por la canciller de Alemania, Ángela Merkel, que Olivares describe como «el ama de la UE», ante la debilidad de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo del bloque.
Los analistas económicos coinciden en que la obsesión por el déficit, los recortes de salarios, el aumento de horas laborales, la eliminación de días festivos y el incremento de impuestos se han traducido en que Portugal está ahorrando, no para crear una base sólida de estabilidad, sino para ser más pobre.
La recesión aumentó en el último trimestre de 2011 debido a una contracción en el consumo de los hogares y la modesta inversión registrada, factores que provocaron una caída del 2,7 por ciento del PIB en el último trimestre del año pasado, empujando a un retroceso medio anual del 1,5 por ciento, respecto de 2010, informó el Instituto Nacional de Estadística (INE).
A renglón seguido, el INE vaticina que «la aceleración de la recesión en los últimos tres meses de 2011 marcará una tendencia que va a infectar 2012, para lo cual espera una nueva disminución en el consumo privado». Las estimaciones más recientes apuntan a un retroceso de la economía de un tres por ciento para este año.
Uno de los factores cruciales es que las 20 mayores empresas lusas invirtieron el año pasado un 23 por ciento menos que en 2010, y eso afectó seriamente al crecimiento económico y provocó una vertiginosa pérdida de puestos de trabajo.
El INE revela en su informe divulgado el miércoles 15 que el desempleo en el cuarto trimestre de 2011 alcanzó al 14 por ciento de la población económicamente activa, la tasa más alta jamás registrada en Portugal desde que se hacen estas estadísticas, destaca el paro juvenil, que asciende al 35,4 por ciento.
Pero la realidad es mucho más cruda que la que muestra la tasa oficial, ya que el INE considera solo a 770 000 parados en el universo de una población activa de 5.587.300 personas.
Sin embargo, este número sólo incluye a las personas sin empleo y disponibles que buscaban activamente trabajo durante el período de la encuesta. No se incluyen inactivos o desalentados (personas disponibles para trabajar pero que no buscan activamente empleo) o personas que trabajan a tiempo parcial. La suma real sería de casi 1,3 millones de personas sin trabajo, una tasa de desocupación del 22,6 por ciento.
Ante el peligro del contagio en el resto de la UE y en otros países del mundo, hemos consultado también al profesor Andrés Malamud, doctor en ciencias sociales y políticas, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, quien, al igual que Olivares, es poco optimista frente al futuro. «La economía europea, con suerte, va a estar estancada por varios años, porque el escenario más probable es directamente el de la recesión, con violencia social, radicalización política y fragmentación institucional, con países que salen del euro y hasta de la UE», sentenció Malamud.
Sobre la repercusión que una situación tal podría tener en América Latina, el académico señaló que dependía «de lo bajo que caiga la economía europea y de cómo aterrice China, saber si lo hace suave o bruscamente». Malamud puso como ejemplos contrapuestos a Brasil, la mayor economía latinoamericana, «que está ajustando rápidamente y preparándose para la sacudida, y a Argentina, que lo hace pero tarde, mal y sin admitirlo en el discurso oficial, ya que el gobierno habla de 'sintonía fina', no de ajuste».
Olivares, por su parte, opina que «la economía europea siente los efectos de la austeridad con varios países en recesión, sometidos a planes concretos de austeridad por la troika, o de libre voluntad por causa del aumento de las tasas de interés de los bonos de deuda soberana». Las agencias de calificación financiera «continúan bajando su calificación a países y empresas, lo que se interpreta como falta de confianza en una solución a fondo del problema de la deuda para países del sur de Europa, pero también de poco dinamismo de las economías».
Las repercusiones que se van a sentir sobre la economía mundial y en particular sobre América Latina «han sido, hasta ahora, de contribuir a la turbulencia de los mercados financieros, que de cualquier modo se han beneficiado por la especulación sobre los bonos de la deuda soberana», explicó. América Latina «vive una coyuntura particular a partir de la crisis de 2009, porque ha ido lentamente orientando su comercio hacia la zona Asia Pacifico».
Olivares concluye que la apuesta ha sido «sobretodo China, el primer socio comercial en este momento, recibiendo además abultadas inversiones del gigante asiático, por lo que un efecto recesivo proveniente de Europa se encajado con mayor tranquilidad».