DOHA, (IPS) - Los 28 embajadores del Consejo Atlántico han acabado la reunión con una declaración solidaria con Turquía y han pedido a Siria que cese las agresiones a ese país. Ankara ha respondido al ataque de Damasco con sus fuerzas armadas alcanzando un objetivo sirio, según ha explicado en un comunicado el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. La última vez que se reunió el Consejo Atlántico fue en junio, a petición de Turquía, debido a que las defensas antiaéreas sirias derribaron un avión turco en zona internacional. Este lunes el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, insistió en que «no discutimos sobre operaciones militares... la solución es política».
Mientras en Siria, cuatro explosiones han hecho temblar este miércoles una zona de Alepo, controlada por el gobierno y cercana a un club militar, matando al menos a 40 personas e hiriendo a unas 100, según fuentes de la oposición.
Horas más tarde el disparo de un obús sirio mató a cinco ciudadanos turcos al caer en el sudeste de ese país. Esas muertes, en la aldea fronteriza de Akcakale, constituyen las primeras en territorio de Turquía causadas por la artillería siria.
En Aleppo, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos señala que según «una fuente médica al menos 40 personas estaban muertas y 90 heridas», la mayoría miembros del régimen. El canal de televisión oficial Al-Ikhbariya reduce la cifra a 31 muertos y decenas de heridos.
Los ataques, efectuados con pocos minutos de diferencia, se produjeron en la plaza Saadallah al-Jabiri, cerca de un club de oficiales militares y de un hotel. La televisión estatal habla de «explosiones terroristas» en la ciudad.
La reportera de Al Jazeera, Rula Amin, ha explicado desde Beirut que no estaba claro aún si algún grupo se atribuía la responsabilidad de los ataques. «Los combates entre fuerzas del gobierno y los rebeldes continúan, pero sin avances claros de ningún bando. Los civiles se llevan la peor parte», dice Amin. Hassan, un hombre de 30 años que trabaja en un hotel cercano describía la situación. «Escuchamos dos potentes explosiones, parecía que se abrían las puertas del infierno». «Vi humo muy denso, y ayudé a una mujer que estaba tumbada sobre el pavimento con los brazos y las piernas completamente dislocados».
Un comerciante cuya tienda se encuentra cerca del club militar dijo «saqué de los escombros a un niño de menos de 10 años que había perdido una pierna». Y añadió que todos los edificios gubernamentales de la zona estaban cerrados.
Aleppo, situada al norte del país y capital comercial de Siria, es escenario de intensos enfrentamientos entre fuerzas estatales y rebeldes El opositor Mohammad Saeed, explica que las explosiones se oyeron con pocos minutos de diferencia en una de las principales plazas de la ciudad. En su opinión parecían originadas por coches bomba, seguidas de fuego de combate y artillería pesada.
En un comunicado, el Observatorio sostiene que las explosiones se produjeron tras los enfrentamientos entre guardias del club militar y hombres armados, sugiriendo que pudo tratarse de ataques suicidas. Este tipo de atentados y los coches bomba contra instalaciones de seguridad y tropas han sido más comunes en la capital, Damasco, pero eran excepcionales en Alepo. Esta ciudad se ha mantenido libre del caos que envolvió a otras ciudades sirias en el primer año del alzamiento contra Assad. En febrero, sin embargo, dos conductores suicidas estrellaron sus vehículos contra edificios militares en el centro industrial causando la muerte de 28 personas.
Según datos del Observatorio, este martes murieron en todo el país 104 personas, 57 civiles, 26 soldados y 21 rebeldes. Las víctimas civiles cayeron bajo el intenso fuego de artillería que lanzó el ejército contra zonas de Damasco en las que los rebeldes se han hecho fuertes.
El enviado de paz de las Naciones Unidas y de la Liga Árabe, Lakhdar Brahimi, regresará a la zona esta semana para intentar la apertura de un diálogo que detenga el baño de sangre. Jan Eliasson, subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas, dijo no estar seguro de que Brahimi pueda entrar en Siria, pero ha manifestado su esperanza de persuadir al régimen de Al Assad para «ir hacia una reducción de la violencia».
La revuelta contra Al Assad comenzó en marzo de 2011 y se fue convirtiendo en una sangrienta guerra civil. Ya han muerto unas 30.000 personas, según la oposición, y durante este tiempo se han destruido barrios enteros de las principales ciudades de ese país de Oriente Próximo.