En la madrugada del viernes al sábado se espera que llegue a la estación de Gorleben en Baja Sajonia (Alemania), el transporte Castor, que es como se llama a este tipo de envíos. Se realiza en un convoy formado por 14 vagones, de los que 11 llevan basura nuclear, y los otros tres entre 50 y 80 policías.
Según Greenpeace, es «el transporte más radiactivo de la historia». Son 308 contenedores con 123 toneladas en total de residuos nucleares, que corresponden al consumo de electricidad de 24 millones de alemanes durante todo un año. La basura nuclear, que se produce en Alemania, se traslada a Francia al centro de Le Hague, en Normandía, donde es procesado y vitrificado antes de devolverlo a Alemania por tren. Según el director de comunicación de la fábrica francesa, Christophe Neugnot, son menos radiactivos que los de el anterior transporte realizado en 2008 y que también movilizó a los antinucleares.
En Francia y Alemania están anunciadas manifestaciones a lo largo de toda la vía por donde debe pasar el convoy y a su llegada a Goboren, desde donde serán trasladados por carretera hasta la mina de sal que se utiliza como almacén provisional. Por su parte la policía alemana ha desplegado un gran dispositivo de seguridad.
El pasado 6 de septiembre, el Gobierno de la canciller Angela Merkel aprobó aumentar la vida útil de las 17 centrales nucleares alemanas una media de 12 años. Ocho años las más antiguas y hasta 14 las más modernas. La decisión, muy mal acogida por la opinión pública, revocaba el acuerdo del Ejecutivo anterior, una coalición de socialdemócratas y ecologistas encabezada por Gerhard Schroeder, que había decidido un apagón progresivo que finalizaría con el cierre definitivo para el año 2021.