Tres son los ingredientes fundamentales de la unión bancaria. En primer lugar, si los eurodiputados aprueban el acuerdo esta semana, quedará establecido un nuevo pilar de una verdadera unión bancaria. Pilar que facilitará gestionar con agilidad los bancos con problemas, y que contará con un fondo de 55.000 millones de euros alimentado con las aportaciones de los bancos y no de los contribuyentes. Además, las facturas de las pérdidas bancarias deberán recaer sobre todo en los accionistas y en los compradores de bonos.
En segundo lugar, el Parlamento Europeo respaldó en septiembre la creación de un mecanismo único de supervisión, mediante el que se otorga al Banco Central Europeo (BCE) la responsabilidad de supervisar a los mayores bancos de la zona euro, 128 entidades en la actualidad.
En tercer lugar, para proteger los ahorros de los ciudadanos, los eurodiputados votan este martes una actualización de la directiva sobre los fondos de garantía de depósitos. Directiva que introduce sistemas de ámbito nacional financiados por la banca, no por los ciudadanos, para blindar ahorros de hasta 100.000 euros.
Los fondos de garantía de depósitos son aún de ámbito nacional. Para que la unión bancaria quede completa, habría que crear un verdadero sistema europeo que sustituya los nacionales, tal y como reclama el Parlamento Europeo.
El círculo vicioso de la deuda
Dado que la banca está en el eje de la economía captando depósitos y financiando las inversiones, su salud es crucial. Si las entidades de crédito atraviesan turbulencias, para evitar el riesgo de un colapso económico provocado por la quiebra de un banco, los Gobiernos optan con frecuencia por rescatarlas con cargo al dinero del contribuyente aunque el resultado sea un drástico aumento de la deuda pública.
La reforma de la legislación bancaria pretende salir del círculo vicioso entre crisis bancaria y deuda pública. Para ello se ha establecido un sistema más eficaz de supervisión de las grandes entidades bancarias a cargo del BCE, de manera que los problemas se identifiquen antes y se tomen medidas antes de que sea necesario acudir al rescate con el dinero de los contribuyentes. También se ha establecido un fondo financiado por la banca para hacer frente a los costes de la gestión de los bancos en quiebra, lo que también debería proteger al contribuyente.
En tercer lugar se ha acordado que los accionistas y los bonistas cubran las pérdidas bancarias, lo que les insta a controlar mejor los riesgos asumidos por los banqueros. El resultado, una vez más, debería ser una mejora de la protección del contribuyente. Y, en cuarto lugar, se crean sistemas de garantías de depósitos financiados por la banca, para evitar que el garante sea el contribuyente.
En la misma línea, el Parlamento ha impuesto límites a los bonos y primas de los banqueros, lo que debería eliminar los incentivos a que asuman riesgos excesivos que provoquen el desplome de un banco. La Eurocámara también ha apoyado que los bancos dispongan de reservas de capital de más calidad, que puedan movilizarse para enjugar posibles pérdidas.