En estos momentos el partido de Renzi detenta el poder en cinco de las siete regiones. Si se mantuviera o se mejorara esta situación contra una oposición dividida, algo que no parece fácil, conservaría su imagen de inexpugnabilidad 15 meses después de haber llegado al poder.
Es la primera vez desde las elecciones al Parlamento Europeo, en las que triunfara el Partido Democrático (PD) del primer ministro que se realizan nuevos comicios considerados como una prueba. Unos 22 millones de votantes estaban convocados a las urnas para elegir gobiernos en siete de las 20 regiones de Italia y más de 1.000 alcaldías tras una campaña dominada por acusaciones de corrupción contra uno de los candidatos más destacados de Renzi.
El primer ministro, necesita un resultado convincente que le permita mantener el impulso de las reformas laborales y educativas, que están chocando contra una feroz resistencia de sindicatos, oposición política y el ala izquierda de su propio partido, el PD.
El viernes estallaron tensiones internas en el PD, cuando la comisión antimafia del Parlamento reveló que 16 candidatos eran sospechosos de corrupción o de tener vínculos con el crimen organizado.
Los candidatos llamados «impresentabili» («impresentables») pertenecen a diferentes partidos, pero el de mayor relevancia es Vincenzo De Luca, candidato de Renzi a la presidencia de la región de Campania en el sur, cuya capital es Nápoles.
De Luca está acusado de corrupción y tiene pendiente una condena por abuso de poder que le impediría ocupar el cargo aunque saliera elegido. Él niega las acusaciones y amenaza con demandar a la presidenta de la comisión antimafia Rosy Bindi por incluirle en la lista.
Renzi, por su parte, acusa a Bindi, que proviene de la izquierda de un PD cada vez más dividido, de utilizar a la comisión «para ajustar cuentas con el partido». Su esperanza está puesta en que las señales de recuperación económica hagan olvidar otras comprometidas cuestiones.