Unos días antes de que palestinos e israelíes reinicien el diálogo en Washington, la Unión Europea e Israel se han enzarzado en una «lucha diplomática». La semana pasada Bruselas anunciaba que no aportará financiaciones, subvenciones, becas o premios a entidades israelíes con sede en los territorios palestinos. Este fin de semana Tel Aviv, ha anunciado que suspende todos los acuerdos de cooperación con Europa en proyectos destinados a palestinos, lo que puede afectar a proyectos humanitarios en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania. Este domingo Israel ha anunciado que excarcelará a un centenar de presos palestinos, condenados por delitos de terrorismo cometidos antes de 1993. Un medida «dolorosa, pero necesaria», ha dicho el primer ministro Benjamin Netanyahu, y una exigencia de los palestinos para sentarse a dialogar.
Hay posibilidades reales de lograr la paz entre israelíes y palestinos, a pesar de que los obstáculos son mayores que en el pasado, al menos según el expresidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981), quien participó en la conferencia: «¿Se puede salvar la solución de dos estados?». «Este es un momento propicio», dijo Carter, considerando que hace cinco años que las dos partes no se reúnen y que incluso se mostraron muy reticentes a hacerlo.
«Así que es una señal alentadora», sostuvo, agregando que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el presidente palestino Mahmoud Abbas están bajo una fuerte presión para no sentarse a negociar si las conversaciones se basan en las fronteras. «Palestina le pedirá a Estados Unidos que establezca cuál es su posición oficial», planteó Carter, considerando que, según el derecho internacional, los términos de referencia deben basarse en las fronteras de 1967, y que el traspaso de tierras solo puede ocurrir en un marco de negociaciones libres y justas.
Pero Phyllis Bennis, directora del Proyecto Nuevo Internacionalismo, del Instituto de Estudios Políticos, cree que el marco para las negociaciones entre israelíes y palestinos está plagado de problemas y, hasta que eso no cambie, no hay posibilidades de éxito. «Sea lo que sea que -el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry- haya prometido para conseguir que los dos líderes accedan a negociar, estas conversaciones sobre (futuras) conversaciones no escaparán a los 22 años de fracasos» hasta que no partan de una premisa radicalmente distinta.
Según Bennis, «no puede haber conversaciones entre una potencia ocupante rica, poderosa, nuclear y respaldada por Estados Unidos y una población desposeída, empobrecida, ocupada y desarmada, y pretender que se sienten como iguales a la mesa de negociaciones». «No sorprende que todas las partes quieran mantener los términos en secreto. El gabinete de Netanyahu ya rechaza las conversaciones, y Abbas no tiene casi apoyo para retomarlas mientras la construcción en los asentamientos siga a ritmo acelerado», precisa Bennis. «Se necesita un nuevo tipo de diplomacia, que no esté basada en el poderío de Israel, sino en el derecho internacional y los derechos humanos».
Carter reconoció que las circunstancias son bastante diferentes a cuando él medió en el acuerdo de paz entre Israel y Egipto, suscrito en 1979. «No tuve ninguna exigencia para participar en conversaciones de paz», recordó. «Pero (el entonces presidente de Egipto), Anwar El-Sadat, y (el entonces primer ministro israelí) Menajem Begin eran fuertes, valientes y suficientemente sabios para alcanzar un acuerdo», observó.
Lo que Kerry tiene ahora por delante es mucho más complejo, plantea. «Pero el asunto clave es si el pueblo prevalecerá sobre sus líderes para alcanzar la paz». Kerry anunció la semana pasada que se había llegado a una fórmula que permitiría que Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) volvieran a la mesa de negociaciones tras un impasse de casi cinco años. Pero los palestinos aclararon que no se comprometen a una nueva ronda de conversaciones, dado que esperan que las negociaciones se basen en las fronteras previas a 1967. Israel, por su parte, anunció la liberación de palestinos que llevan largo tiempo en prisión como un gesto de buena voluntad, pero habría presionado a Kerry para que modifique los términos de referencia a fin de incluir que los palestinos reconozcan a Israel como Estado judío.
A pesar de la falta de compromiso de ambas partes, los preparativos avanzan. El exembajador de Estados Unidos en Israel, Martin Indyk, será quien encabece las negociaciones del equipo estadounidense. Tanto los palestinos como Netanyahu declararon que sea cual sea el acuerdo alcanzado será sometido a un referendo.
Carter cree que es buena idea realizar un referendo, no solo para confirmar la legitimidad de un eventual tratado, sino también como una presión adicional para que las autoridades lleguen a un acuerdo, que es a lo que aspiran ambas partes. «Es una buena idea, porque el primer ministro Netanyahu dijo que no formalizaría ningún acuerdo sin un referendo. Es exactamente la misma posición que sostiene Hamás», dijo Carter.
En diciembre de 2010, el primer ministro de Gaza, Ismail Haniyeh, dijo: «Hamás respetará el resultado (de un referendo), independientemente de que discrepe con su ideología o principios». Carter reiteró que está de acuerdo con la idea de hacer un referendo porque, si las autoridades aceptan un acuerdo, eso prácticamente garantizará que la población también lo hará.
El optimismo de Carter no se condice con el escepticismo que rodea a la reanudación de las conversaciones. El pesimismo se debe, según muchos observadores, a las continuas divisiones entre la ANP y Hamás, la persistente falta de disposición de Estados Unidos e Israel a negociar con un gobierno palestino que incluya al movimiento islámico y la posición contraria a la paz de buena parte de la coalición gobernante en Israel, incluido el Partido Likud, de Netanyahu.
Tras reunirse con el director de la organización J Street, con sede en Estados Unidos, y que se autodenomina «favorable a Israel y a la paz», Carter dijo: «Rezo para que, si se avanza hacia la solución de dos estados, esta cuente no solo con el apoyo de la comunidad internacional, sino también (en particular) en Estados Unidos, aun con el de quienes no pensaban que fuera posible».
Al ser consultado sobre la determinación de Israel a mantener una presencia en el valle del río Jordán, lo que es poco probable que acepten los palestinos, Carter dijo: «En mi época nunca se mencionó que el valle del Jordán estuviera controlado por Israel. Anticipamos que Israel se retiraría de toda la parte de Palestina que estaba al este de la Línea Verde. No estoy seguro de que los palestinos acepten jamás que Israel controle el valle del Jordán».
Carter también especificó que la ocupación por parte de Israel viola su compromiso con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, de noviembre de 1967, pero que si las fronteras fijadas ese año fueran la base para reanudar las conversaciones se cumpliría con el espíritu básico de ese documento. Los palestinos deberán resignarse no solo a un regreso simbólico de los refugiados, sino que solo podrán ejercer su derecho de retorno en la franja de Gaza y Cisjordania, agregó Carter.