El recién nacido del que todavía desconocemos el nombre, es el el tercero en la línea de sucesión. La cadena de información ha comenzado cuando su padre, Guillermo, se lo ha comunicado a su abuelo, el príncipe Carlos, a su hermano Enrique y a su abuela Isabel II. Posteriormente ha sido informado el primer ministro y éste lo ha comunicado a los ciudadanos. El anuncio del nacimiento se dará a conocer colocando un aviso en la verja central del palacio de Buckingham, sede oficial de los reyes de Inglaterra. La princesa Catalina ha sido asistida en el parto por el equipo médico habitual de la Reina de Inglaterra y le ha atendido el ginecólogo personal de Isabel II. Su nacimiento ha sido certificado por cinco facultativos. La realeza británica ha roto con una tradición: el parto ha sido totalmente privado y en el paritorio no estaban presentes ni la ministra del Interior ni el arzobispo de Canterbury, máximo representante de la iglesia anglicana, que son los encargados de certificar que el recién nacido es de «sangre real».
Tras semanas de espera, con centenares de periodistas apostados frente a la clínica 'La Lindo', de St. Mary's, la pareja - que ha salido desde su residencia de Kensington en un vehículo sin ningún distintivo de la casa real,- ha entrado en el centro hospitalario por una puerta trasera, por lo que no hay ninguna imagen de su llegada al lugar. Tal ha sido la avalancha de medios que el «orden británico» se ha impuesto. En el centro, frente a la puerta, se sitúan los periodistas de la prensa escrita más importante del país, a la derecha las televisiones británicas y estadounidenses y las agencias de prensa internacional, a la izquierda el resto de medios británicos.
De momento el «royal baby» llega con «el pan bajo el brazo». Según algunos estudios como el realizado por el Center for Retail Research (CRR), su nacimiento ha reportado ya unos 243 millones de libras con la venta de todo tipo de objetos. Los mercaderes rivalizan en imaginación creativa. Se han puesto a la venta platos, camisetas, tazas, banderas, cojines, souvenirs de todo tipo, recordando la efeméride e inundando las tiendas londineses donde también se pueden encontrar canastillas con el logo «nacido para reinar».
Alimentos, bebidas, cerámicas, libros, DVD e incluso el turismo, contribuirán a aumentar las ventas. Los cafés y restaurantes que se encuentran cerca de la clínica, han hecho negocio durante semanas con los paparazzi y periodistas apostados día y noche frente al centro. Eso sin tener en cuenta las ganancias de las casas de apuestas, que presentan apuestas por el color del pelo de la criatura, la fecha y hora del nacimiento o la guardería a la que lo llevarán sus padres. Se calcula que ya han ganado más de 35.000 libras. Antes del día D, en internet también había aumentado la «babymanía», sobretodo en Estados Unidos, donde la pareja es muy popular.
La monarquía británica ha vuelto a demostrar que sabe muy bien vender su imagen, ya sea en un mercadillo o en grandes fastos y aprovecha cualquier ocasión para ganar puntos tanto dentro como fuera de su país.
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