Reino Unido no forma parte de la moneda única, pero sus finanzas públicas están aquejadas de males similares a los de los países del euro. Un déficit público del 11,5% el año pasado y una deuda del 68% del PIB han obligado al nuevo gobierno de conservadores y liberales-demócratas a actuar en la línea de los países más sensibles del Eurogrupo.
El ministro de Finanzas, George Osborne, ha anunciado un recorte del gasto público de 7.260 millones de euros y aclara que esta decisión es «sólo el primer paso hacia la creación de mejores servicios públicos, una economía más fuerte y una sociedad más justa». Su antecesor en el anterior gobierno laborista, al abandonar el cargo, dejó una nota diciendo que «el dinero se ha acabado». Osborne ha dicho ahora que «hemos heredado un desastre económico».
Del recorte sólo se salvan Sanidad, Defensa y Desarrollo Internacional. El resto de departamentos contará con mucho menos presupuesto. Negocios y gobiernos locales copan las principales partidas, pero también Transporte, Educación, Trabajo y Pensiones. La oferta de empleo público se congela. El gobierno y los altos cargos pierden sus coches oficiales, con lo que se ahorran casi seis millones de euros, y los funcionarios tienen prohibido a partir de ahora viajar en primera clase.
Para compensar, se anuncia también un gasto excepcional de 580 millones de euros para vivienda social, nuevos aprendizajes y centros de formación. El ministro Osborne asegura que no se tocará el empleo público y confía en crear un entorno económico que anime al sector privado a crear puestos de trabajo. euroXpress