Por fin se ha podido conocer el discurso de David Cameron que se está esperando desde el verano. Como se suponía ha marcado el terreno para una nueva negociación con la UE y ha satisfecho las peticiones de los euroescépticos más rígidos.
Si es elegido en las próximas elecciones, que se celebrarán en 2015, el primer ministro británico se ha comprometido a convocar un referéndum «con una opción muy simple de dentro o fuera». La fecha sería hacia la mitad de la legislatura, antes de que termine 2017, y condicionado a la renegociación de las condiciones de Reino Unido con la UE. Aunque no ha dado pistas de qué querría.
Ha puesto condiciones a la Unión. Ha advertido de que, si la UE no reacciona a la crisis, y continúa la falta de competitividad y el desapego creciente de los ciudadanos, el Reino Unido podría ir marchando «hacia la salida».
Por su parte se ha mostrado europeista convencido y partidario de que su país permanezca dentro de la UE. Ha hecho hincapié en que no quiere aislarse. Mientras Cameron hablaba la libra esterlina caía en las bolsas a su menor nivel desde hace cinco meses.
Por su parte Angela Merkel, ha dicho que Alemania y ella quieren que Reino Unido «sea una parte importante y un miembro activo de la Unión Europea» un argumento que ha repetido el ministro de Exteriores Guido Westerweller, aunque advierte que Reino Unido no puede escoger solo lo que le interesa de la UE.
El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, ha dicho que no puede diseñar «una Europa a la carta» y en tono de broma ha añadido que «si Reino Unido quiere dejar Europa les extenderemos una alfombra roja», una alusión a Cameron que dijo lo mismo refiriéndose a la buena acogida que tendrían en Reino Unido los franceses ricos que no quisieran pagar impuestos en Francia y se fueran a su país. Desde Davos los líderes empresariales han hecho llegar el recado de que la salida de Reino Unido crearía un clima de incertidumbre.