Los restos se encontraron en el yacimiento de La Braña-Arintero, en Valdelugueros (León) y corresponden a dos individuos que vivieron durante el Mesolítico, un periodo que se data entre el Paleolítico y el Neolítico y que se caracterizó por la llegada de la agricultura procedente del Próximo Oriente.
Los investigadores han podido recuperar el genoma mitocondrial completo de uno de los individuos, con el que se ha determinado que durante esa época las poblaciones europeas eran muy uniformes genéticamente. Según el director de la investigación, Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, «Estos cazadores-recolectores compartían hábitos nómadas y tenían un origen común», a pesar de la distancia geográfica, individuos de las regiones que en la actualidad corresponde a Inglaterra, Alemania, Lituania, Polonia y España, «compartían el mismo linaje mitocondrial».
Los datos genómicos, que representan el 1,34 por ciento y el 0,5 por ciento del total del genoma de los dos individuos, muestran que no están directamente relacionados con las poblaciones actuales de la Península Ibérica. Los ibéricos del mesolítico estaban más cerca de las actuales poblaciones del norte de Europa, que podrían haber asimilado parte del legado genético de estos cazadores-recolectores.
El yacimiento de La Braña-Arintero fue descubierto de forma casual en 2006. La cueva, está en una zona fría y montañosa, un lugar ideal para la buena conservación del ADN de los restos descubiertos en su interior.
«Hasta el momento, solo disponíamos de un genoma de la prehistoria europea, el de Ötzi (conocido como el hombre de hielo), del Neolítico. Su momia perteneciente a un hombre que vivió hace 5.300 años, fue descubierta en los Alpes del Tirol, en la frontera entre Austria e Italia. La Braña-Arintero ofrece una oportunidad única de obtener genomas anteriores al Neolítico», destaca Lalueza-Fox.
Este es solo el principio, el equipo pretende recuperar el genoma completo y compararlo con el del ser humano moderno. Según el investigador «la llegada del Neolítico comportó un reemplazo en las poblaciones y pudo provocar cambios genéticos en genes asociados a nuevas enfermedades infecciosas y en genes metabólicos ligados a los cambios en la dieta, por lo que la información que aporte ese genoma será muy importante».