Estas declaraciones del secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, han sido rápidamente respondidas por 79 organizaciones europeas: «Como el trabajo de la OTAN depende en gran medida de la recogida de información detallada y precisa, esperamos que su extraordinaria declaración sobre el movimiento contra la fractura hidráulica europeo esté respaldado por evidencias extraordinarias. Por ello pedimos, como secretario general de una importante organización militar regional con alcance global, que ofrezca pruebas de estas acusaciones o que pida disculpas públicamente por esta falsa declaración», sostienen las organizaciones sociales y civiles firmantes en una carta abierta en la que también solicitan una disculpa.
Los colectivos firmantes recuerdan que estas acusaciones no son nuevas, aunque hasta ahora todo habían sido rumores y no se había producido una acusación pública tan clara y desde una voz tan autorizada. «Esta no es la primera vez que hemos sido acusados de ser espías de Gazprom o de 'trabajar en contra de los intereses públicos del Estado'. No toleraremos una difamación o criminalización de nuestra importante labor. Si de hecho hay grupos que se oponen a la fractura hidráulica y que están trabajando en secreto con Rusia en contra de los intereses de los pueblos de Europa, también nos gustaría saber quiénes son», apuntan a la par que sostienen que estas acusaciones socavan el debate público sobre los riesgos y los impactos de la fractura hidráulica.
Según ha publicado el diario británico The Guardian, Rasmussen no ofreció detalles tras su polémica declaración, únicamente añadió que «esta es mi interpretación». Una postura que también ha matizado la oficina de prensa de la OTAN, quien ha subrayado que los comentarios son puntos de vista personales, no la política oficial de la organización. El secretario general de la OTAN ha apuntado que el fracking se debe utilizar para aumentar la seguridad energética de Europa y proporcionar una nueva fuente de suministro gas y petróleo.
«La utilización de la fractura hidráulica para la extracción de gas de esquisto no reducirá la dependencia de Europa de los suministros de gas ruso ni va a reducir los precios del gas», insisten los grupos ecologistas, entre los que se encuentra Ecologistas en Acción. «Los grupos contra la fractura hidráulica en toda Europa están de acuerdo en que el aumento de la dependencia de Europa de las importaciones de combustibles fósiles, como el gas natural, es una preocupación, y por lo tanto, están convencidos de que un ambicioso desarrollo de las energías renovables y de una importante inversión en la eficiencia energética es la mejor manera de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles de Rusia», añaden.
El fracking o fractura hidráulica es un proceso de extracción de gas que implica la voladura de densas rocas de esquisto con una mezcla de alta presión de agua, arena y productos químicos que se desconocen para liberar las pequeñas burbujas de gas natural atrapado en el interior. Según Greeenpeace, el «proceso conlleva una serie de impactos ambientales, algunos de los cuales aún no están plenamente caracterizados o comprendidos, entre ellos contaminación de las aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano), terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica e impactos paisajísticos». Esta técnica muy extendida y también criticada en Estados Unidos está intentando buscar su hueco en Europa, donde existe mucha oposición.
De momento, la Comisión Europea ha decidido no regularla y únicamente recomienda unos principios mínimos no vinculantes para los Estados miembros, quienes de manera individual tienen que regular y tomar sus decisiones al respecto.
Las declaraciones de Rasmussen mencionan dos temas básicos en el panorama político europeo en estos momentos: la energía y las maneras de encontrar nuevas fuentes así como la relación con Rusia tras la crisis de Ucrania. «En general, el potencial de Rusia mediante el suministro de energía como medio de presionar a las naciones europeas es una cuestión de preocupación. Ningún país debería utilizar la oferta y los términos de fijación de precios como instrumentos de coacción», apunta un funcionario de la OTAN a The Guardian.
Y es que casi un tercio del gas que llega a la UE proviene de Rusia y el 40 por ciento se recibe a través de Ucrania. «Tal vez los rusos están preocupados por nuestro enorme potencial eólico y solar y se han infiltrado en el gobierno del Reino Unido», respondió un activista de Amigos de la Tierra británico.