«Estamos hartos de que nos digáis lo que tenemos que hacer». Dicen que le dijo el presidente francés, Nicolás Sarzoy, al premier británico, David Cameron, este domingo, tras el Consejo Europeo. Sarkozy se quejaba de que aquellos que no se quieren unir a la moneda única, quieran participar en la toma de decisiones de la eurozona.
El gobierno de Reino Unido se había quejado de que la crisis de la eurozona está afectando al resto de las economías europeas y Cameron advirtió del peligro al resto de los 27. Otros socios, como Suecia o Polonia, han expresado también reticencias por la falta de soluciones a la crisis de deuda en la zona euro.
Para contentar a todos, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, ha convocado dos cumbres para el próximo miércoles, el día de las grandes decisiones: una con los 27 líderes europeos y otra, con los 17 de la eurozona.
Antes, Cameron tiene que salir airoso del debate nacional abierto en su país sobre Europa. Un grupo de unos 70 diputados de su partido, el conservador, presenta en los Comunes, con el apoyo de 100.000 firmas, una moción para someter a referéndum la permanencia de Reino Unido en la UE.
Hay pocas posibilidades de que salga adelante, porque laboristas, liberales y la mayoría de los conservadores se oponen, pero la pregunta remueve conciencias y sentimientos y vuelve a poner de actualidad un asunto que el propio Cameron manejó sin pudor en su campaña electoral prometiendo una consulta popular sobre el Tratado de Lisboa y que, como suele ocurrir, olvidó cuando se instaló en Downing Street.
El jefe del Foreign Office, William Hague, ha declarado a la BBC4 que «es la pregunta equivocada en el momento equivocado», porque creará más incertidumbre económica en un momento difícil.
La Comisión Europea, a través de su portavoz Pia Ahrenkilde, decía este lunes que la UE quiere un papel fuerte de Reino Unido en la UE y subrayaba que el mercado común europeo ha dado grandes beneficios a toda la economía europea y también a la británica.
Un sondeo de Yougov de este mes desvela que el 47% de los británicos desean salir de la Unión Europea, frente a un 33% que prefiere quedarse. La cifra antieuropea se dispara cuando se pregunta a los mayores de 60 años y disminuye considerablemente entre los jóvenes.
Un Eurobarómetro de 2009 demostraba que solo el 18 % de los británicos dicen estar bien informados sobre la UE y solo el 37% tiene una buena imagen de la UE , pero las dos terceras partes de los encuestados ve beneficios en su modo de vida por ser miembro de la UE.