El gobierno de Londres argumenta que las incertidumbres sobre una futura independencia de Escocia hacen resentir la economía y que, puesto que el reférendum está en la agenda política, cuanto antes, mejor. «Esto es muy perjudicial para Escocia porque, en todo momento, los empresarios se preguntan: ¿Escocia va a seguir siendo parte de Reino Unido? ¿Van a seguir juntos? ¿Puedo invertir?», ha dicho el primer ministro británico a Sky News.
La propuesta de Cameron, sin embargo, ha dejado la cuestión de fondo, es decir, la independencia escocesa, en un segundo plano, para abrir un debate político sobre quién debe convocar el referéndum. El gobierno escocés cree que Londres interfiere así en la política autonómica y se niega a aceptar el ultimátum. La viceprimera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, ya ha dicho que hará todo lo posible para evitar que Londres fije el calendario.
Desde Downing Street rápidamente se ha negado cualquier intención de «dictar» los términos del referéndum y las claras intenciones del gobierno conservador se han transformado en una intención de trabajar conjuntamente para resolver los problemas legales que plantea la consulta.
El SNP ganó las elecciones escocesas el pasado mayo con la promesa de celebrar una consulta sobre la independencia a mitad de la actual legislatura que termina en 2016. Así confiaba en ganar adeptos a su causa y hacer coincidir la cita con las urnas con un gran evento de exaltación nacionalista, el aniversario de la Batalla de Bannockburn, en la que los escoceses vencieron al ejército inglés. En 2014 se celebrarán además en Glasgow los Juegos de la Commonwealth.
Si es por acontecimientos, Londres tiene los suyos para aumentar el voto unionista. Este año se celebran los Juegos Olímpicos en la capital británica y se conmemora el 60º aniversario de la llegada al trono de Isabel II.
Sobre la claridad y concreción de la posible pregunta en el referéndum, Cameron también se adelanta a cualquier maniobra nacionalista. Quiere que la cuestión sea simplemente si se quiere salir del Reino Unido o no, para evitar así una tercera fórmula que considerase la opción de dar más poderes a la autonomía escocesa.
El gobierno de Edimburgo reconoce que muchos escoceses votarían a favor de más independencia económica, sin llegar a la independencia política. Los sondeos publicados en los últimos meses dan poco más del 30% de votos a favor de que Escocia abandone el Reino Unido.