Lo que para algunos ha sido una crítica feroz, para otros ha sido una lista de sugerencias para mejorar el nuevo servicio diplomático de la UE. El caso es que en diciembre los ministros de Exteriores de Bélgica, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Holanda, Polonia y Suecia venían a denunciar la competencia que se está dando entre el Servicio Europeo de Acción Exterior, responsable de la política exterior de la UE y la Comisión Europea, responsable de la administración del Servicio y de la financiación de programas en el extranjero.
Al parecer la configuración de mando creada está provocando serios problemas de gestión entre quienes dirigen el nuevo cuerpo diplomático europeo, en 140 delegaciones, y quienes tienen que darles los medios y el dinero. Además desde las cancillerías europeas se critica el trabajo de la propia Ashton en las reuniones del SEAE y el descuido de su misión internacional. Los doce ministros pedían fórmulas para optimizar la identificación de prioridades y mayor trabajo de preparación de la toma de decisiones.
En respuesta al documento ministerial, el SEAE ha presentado un informe en el que se justifica al señalar que 2011, con la crisis financiera, no ha dado un «escenario ideal» para impulsar un nuevo servicio para las relaciones exteriores de la UE. Además de montar una estructura nueva, en la que las delegaciones de la Comisión Europea en el extranjero pasaron a ser representaciones diplomáticas de la UE, ha habido que transferir empleados de la propia Comisión y del Secretariado del Consejo. Hoy son 3.611 trabajadores, 1.551 en Bruselas y 2.060 en las delegaciones.
Además, el SEAE reivindica un importante papel jugado en diferentes conflictos internacionales, especialmente cita las primaveras árabes, Oriente Próximo y los problemas entre Serbia y Kosovo. Considera que su papel es fundamental «para garantizar los mejores estándares de seguridad diplomática, en particular en delegaciones de la UE en países de alto riesgo, y procedimientos viables para el uso de información clasificada».
Teniendo en cuenta además «la limitación de recursos», Ashton pide una mayor implicación de los Estados y de las instituciones europeas en un sentido de «propiedad colectiva» del SEAE para definir las prioridades de la agenda exterior de la UE, una transferencia de funcionarios nacionales a las nuevas «embajadas» comunitarias y una «cooperación más estrecha» con la Comisión en la administración de personal y en las responsabilidades financieras.