Putin ha visitado por primera vez Crimea desde que esta se anexionó a Rusia. Ha reclamado el restablecimiento de la «justicia histórica» respecto a la península y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Ha señalado que «La voluntad de hierro del pueblo soviético, su valentía y resistencia salvó a Europa de la esclavitud».
En los últimos días el presidente ruso se entrevistó con Didier Burkhalter, presidente de Suiza, país que dirige en este momento la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa para «analizar juntos la situación y buscar una salida a la crisis en Ucrania.»
Burkhalter, habla de un principio de acuerdo alcanzado con Putin, que debería ser firmado por Rusia, Ucrania, la Unión Europea y los Estados Unidos. El acuerdo prevé varias etapas que incluyen la retirada, el alto el fuego, la reanudación del diálogo con Ucrania y la celebración de elecciones el 25 de mayo
Putin, por su parte, pidió a los representantes del sudeste ucraniano, partidarios de la federalización, que pospusieran el referéndum previsto para el 11 de mayo con el fin de permitir que se crearan las condiciones necesarias para el diálogo.
Posteriormente, el líder del Kremlin manifestó su esperanza en que las próximas elecciones presidenciales en Ucrania, previstas para el 25 de mayo puedan significar un avance en el diálogo diplomático entre Rusia y Ucrania.
«Quiero hacer hincapié en que las elecciones presidenciales convocadas por Kiev significan un paso en la dirección correcta, pero no resolverán nada a menos que los ciudadanos de Ucrania entiendan la forma en la que se garantizarán sus derechos después de esas elecciones».
Vladimir Putin se unía de esta manera a la petición de Angela Merkel, de un diálogo directo entre el gobierno de Ucrania y los rebeldes del este. Al ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, le ha parecido positiva la actitud, «Celebro el tono constructivo del Presidente Putin tras su reunión con el Presidente de la OSCE» ha dicho.
El premier de Ucrania interino, Arseni Yatseniuk, ha sido duro en su respuesta a Putin, demostrando que no está dispuesto a comprometerse, al menos por ahora: «Debo decirle a Vladimir Putin, presidente de un gran país, que no debería hablar de cosas que no son ciertas; Rusia pide aplazar el referéndum programado para el 11 de mayo; pero debería saber que el 11 de mayo no hay ningún referéndum. Si, los terroristas y separatistas apoyados por Rusia reciben la orden de posponer algo que no existe, tienen un problema».
Putin, por su parte, continúa pidiendo insistentemente el fin de las operaciones militares del ejército de Kiev, en la frontera suroriental.
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha manifestado su voluntad de aceptar la propuesta del ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, de asistir a una segunda conferencia en Ginebra. Aunque ha dicho que «no es probable que cambie la situación si no participa la oposición al régimen de Kiev».
Aunque ha admitido que «todavía hay posibilidades de poner en práctica los objetivos de la primera conferencia de Ginebra y el primer paso en la desescalada debe ser la cancelación de la orden de utilizar el ejército contra el pueblo «.
«Sí, a nuevas negociaciones pero sin los pro-rusos» ya que el Gobierno de Ucrania «representa a todas las regiones», ha sido la respuesta del ministro de Relaciones Exteriores de Kiev, Andriy Deshchytsia, que ha solicitado la ayuda de la comunidad internacional para supervisar las elecciones y evitar así «las amenazas y provocaciones externas apoyadas por Rusia».
Entre acusaciones mutuas, las últimas declaraciones de Putin y la promesa (que por el momento no se cumple) de retirar las tropas, no parece que el terreno sea muy propicio para el diálogo.
¿Qué ha hecho que Putin cambie de actitud?
Vladimir Putin se encuentra inmerso en la crisis económica y política más grave de su presidencia. Como prueba la decisión de Standard & Poors del pasado 25 de abril, de rebajar la calificación de Rusia de BBB a -BBB.
El pasado 20 de marzo, tanto Standard & Poors como Fitch recortaron la previsión para Rusia y también Moodys, está considerando una rebaja.
Después de los 35 mil millones de dólares gastados en los Juegos Olímpicos de Sochi y la fuga de capitales de 50 mil millones en 2014, Moscú que ha anunciado una desaceleración del PIB, sin duda está preocupado por las nuevas medidas de Washington y Bruselas que podrían llevar a una mayor fuga de capitales.
La anexión de Crimea ha llevado a Rusia a más gastos, el ministro de Hacienda, Anton Siluanov ha tenido que admitir, que prevé un crecimiento cero en 2014. El Banco Mundial considera incluso una disminución de un 1,8 % teniendo en cuenta las reiteradas sanciones a Rusia.
El escenario positivo de los últimos años con un aumento del PIB de hasta el 2,5% cambió de repente. En 2013 bajó al 1,3, y finalmente a la situación actual, que se puede considerar como una verdadera crisis económica.
Incluso el primer ministro Dmitri Medvedev ha mostrado su preocupación, teniendo en cuenta la hipótesis de que ni siquiera una solución diplomática a la crisis de Ucrania podría evitar una recesión para este año.
Un impacto importante sin duda ha sido el colapso del rublo (9%), que automáticamente hizo que subieran los precios de las importaciones. Con el consiguiente aumento de la inflación, desde el 6,9% en marzo al 7,3, y se estima que el 7,5% en junio.
La amenaza de EE.UU. y de la UE de suspender las transacciones financieras con Moscú toma una relevancia especial, teniendo en cuenta que el Banco Mundial estima en 115 millones de euros la posible fuga de capitales en 2014 (mientras que las estimaciones del Kremlin más optimistas la sitúa alrededor de los 80 mil millones).
Washington no parece querer soltar su presa aunque las amenazas del vicepresidente Joe Biden parecen haber hecho efecto. Los Estados Unidos podrían, de hecho, poner en marcha nuevas sanciones contra los bancos, las compañías petrolíferas y energéticas.
Incluso Bruselas, a pesar de que se podrían volver contra los Estados miembros, está considerando nuevas medidas contra el Kremlin.
También la reunión de G-7 sobre energía que tuvo lugar en Roma hace unos días marcó un punto de inflexión, con los nuevos programas de la UE para independizarse del gas ruso.
Todos estos factores han debido alarmar a Putin, que se ha visto obligado a adoptar una postura más diplomática y dialogante, mientras llegan las elecciones del 25 de mayo en Ucrania y estudia sus opciones futuras.