Nada más asumir el cargo tuvo que reaccionar inmediatamente ante la tragedia en Haití. La UE se convirtió en el principal donante y usted fue galardonada con los Premios «Comisario del Año» y «Europeo del Año». Ahora, 2 años y medio después del terremoto, ¿cuál es el balance del trabajo realizado? ¿Sobreviviría Haití si se desencadenara otro desastre natural?
Kristalina Georgieva – Por muy terrible que haya sido el terremoto, no es éste el gran problema de Haití. El mayor problema son las decenas de años con un gobierno deficiente y la pobreza en ese país. Dos años resulta demasiado poco tiempo para que los haitianos puedan superar los profundos problemas originados por la falta de desarrollo y agravados por el terremoto. Se requiere constancia tanto por parte del pueblo haitiano como por parte de sus amigos de la comunidad internacional.
Me preocupa el efecto de nuevos desastres sobre los haitianos, sobre todo ahora cuando Haití atraviesa la estación de las tempestades tropicales y los huracanes. Sin embargo, una de las cosas que más me impresionaron en Haití es el aguante y lo positiva que es la gente, la dignidad y la fuerza de espíritu con que afrontan sus graves problemas. Le daré un ejemplo: al visitar el país poco después del terremoto, una de las personas que conocí allí fue el conductor de nuestros cooperantes. A pesar de que había perdido su casa y enseres y vivía en un campamento, junto con miles de otras personas, este hombre aparecía cada mañana con una camisa de un blanco impoluto e impecablemente planchada. Me impactó mucho la dignidad de este hombre y su capacidad para sobreponerse a la pérdida y a las privaciones en su día a día.
Además, es importante que Haití esté trabajando para mejorar su respuesta a los desastres y en eso nosotros les estamos brindando un considerable apoyo. Por ello, mi optimismo a que Haití sobrevivirá. Europa sin duda continuará apoyando a los haitianos en el camino de la reconstrucción y el desarrollo.
eXp. – En su artículo «Apocalipsis o qué nos revelan las catástrofes» el escritor dominicano Junot Díaz, premio Pulitzer, afirma que la tragedia haitiana es ante todo una catástrofe social originada por la creciente desigualdad global y no tanto un desastre natural. Existen muchos ejemplos parecidos en el mundo. ¿A usted personalmente qué le revelan las catástrofes que enfrenta y qué medidas preventivas está desarrollando para evitarlas?
K.G. – Cada nueva catástrofe nos da pruebas indudables de que vivimos en un mundo cambiante con riesgos cada vez más diversos. Los desastres naturales – sequías, incendios forestales, inundaciones y los problemas consecuentes como hambrunas, pobreza, inseguridad –, se vuelven cada vez más frecuentes y más duros debido al cambio climático. Al mismo tiempo, a consecuencia de la industrialización crece el riesgo de error humano. Además, ya tenemos un ejemplo reciente y doloroso en Bulgaria de que nadie está a salvo del terrorismo. Todos estos riesgos amenazan a más gente que nunca debido al índice demográfico y a la urbanización. Por lo tanto, debemos estar preparados para desafíos aún más grandes. Las peores crisis son éstas para las que no estamos preparados. Craig Fugate, mi colega estadounidense que lidera la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias, me dijo una vez «Nosotros sabemos cómo prepararnos para los problemas que podemos prever, pero ¿cómo prepararnos para lo imprevisible?». Este tema me preocupa a mí también y por eso creo que en cada aspecto de la gestión del riesgo, desde el ocasionado por la naturaleza hasta el ocasionado por el hombre, tendríamos que reforzar las medidas preventivas y nuestra capacidad para reaccionar ante situaciones inesperadas.
eXp. – Hace poco usted visitó España, conoce la grave crisis económica que está golpeando el país y que continúa propagándose por toda Europa. Una de sus líneas de trabajo es fortalecer la capacidad de la UE para responder a las crisis, pero la propia UE está en crisis. ¿Cómo convencería al ciudadano europeo de a pie de que es necesario que la UE siga destinando recursos para hacer frente a los desastres en el mundo?
K.G. – Los sondeos de la opinión pública coinciden en que los europeos están convencidos de la necesidad de ayudarnos en los desastres – tanto mutuamente como cuando están implicadas personas en otros puntos del planeta.
Me siento orgullosa de nuestros ciudadanos que, a pesar de las dificultades que soportan a raíz de la crisis económica, apoyan cada vez con más convicción nuestras medidas de ayuda a los más pobres del mundo, gente que no podría sobrevivir sin nuestro apoyo. Nueve de cada diez comunitarios apoyan la ayuda humanitaria europea y esta es una noticia muy buena para los necesitados de ésta ayuda.
Por supuesto, la crisis hace recortar los presupuestos nacionales y, lamentablemente, eso afecta a los fondos que nuestros Estados miembros destinan a la ayuda humanitaria. Espero que se trate de un fenómeno temporal y que cuando se consolide la recuperación de la economía europea la ayuda vuelva al nivel alcanzado antes de la crisis. Sin embargo, mientras tanto, las necesidades de nuestra ayuda van aumentando. El presupuesto de la UE para la ayuda humanitaria es crucial para responder adecuadamente a estas necesidades.
eXp. – ¿Podría dar a conocer detalles del Cuerpo Voluntario Europeo de Ayuda Humanitaria?
K.G. – La puesta en marcha del Cuerpo Voluntario Europeo es una de las grandes prioridades de mi mandato como Comisaria. Sobre todo hoy, cuando el desempleo juvenil es tan alto, el Cuerpo puede ofrecer a los jóvenes europeos una oportunidad atractiva para la adquisición de una provechosa experiencia profesional.
Me alegro de que el apoyo popular a este plan sea tan alto. Según el sondeo de la opinión pública en Europa que el Eurobarómetro publicó en junio pasado, el 90 % de los europeos valoran positivamente los planes de creación de una organización europea de voluntarios en el ámbito humanitario.
Prevemos que el Cuerpo Voluntario Europeo esté funcionando a pleno rendimiento en el 2014. Mientras tanto, seguimos en su fase piloto que iniciamos el año pasado y que consta de varios proyectos, algunos de los cuales ya finalizaron – los primeros voluntarios europeos han terminado su formación y trabajo en terreno en un total de 30 países del mundo. Actualmente se encuentra abierta la convocatoria para la selección de voluntarios para el año en curso.
La idea de la fase piloto es cómo hacer el Cuerpo Voluntario más adecuado a las necesidades de los voluntarios humanitarios, cómo posicionarlo de cara al resto de organizaciones ya existentes y cómo conseguir a la vez que nuestros voluntarios aprendan mucho, que sean de verdad útiles y que no se expongan a riesgos indebidos.
eXp. – Se podría afirmar que en el ámbito del voluntariado existe una Europa a dos velocidades y de ejemplo podrían servir España y Bulgaria. ¿Prevé medidas concretas para paliar estas diferencias? ¿Cómo motivaría a los europeos a expresar su compromiso solidario? ¿Usted cuenta con una experiencia como voluntaria?
K.G. – Tiene razón, en Europa hay países con una cultura de voluntariado bien desarrollada y cientos de organizaciones que atraen a voluntarios en distintos ámbitos (España, Alemania, Reino Unido, Irlanda). También existen países donde el voluntariado aún está por desarrollarse. Lo que los une es que en ambos grupos de países hay un gran número de personas que quieren ser voluntarias, pero están buscando la oportunidad adecuada, la plataforma adecuada. Ellos con toda seguridad están motivados, pero también necesitan un impulso, una causa atractiva. Espero que para muchos jóvenes europeos esta causa sea precisamente el Cuerpo Voluntario Europeo.
Por supuesto, posibilidades para hacer voluntariado existen no sólo en el ámbito humanitario. Por ejemplo, en los desastres naturales cada vez más frecuentes – incendios, terremotos, inundaciones – vemos la gran ayuda que pueden prestar los voluntarios. Pero también vemos la necesidad de que ellos estén bien preparados, formados, equipados y organizados. Ésta es otra de nuestras líneas de trabajo. El interés es palpable, hace poco visité la ciudad búlgara de Kiustendil donde participé en una conferencia sobre la participación de la sociedad civil en la respuesta a los desastres. Me llamó la atención un representante de la población romaní quien expresó la disponibilidad de los ciudadanos autóctonos de origen romaní para involucrarse como voluntarios en las crisis. Felicito este tipo de iniciativas.
Igual que la mayoría de mi generación, guardo recuerdos del voluntariado obligatorio antes del 1989. Entre ellos hay recuerdos alegres y otros no tan agradables. Lo importante es que hoy en día los europeos tienen la oportunidad de emplear su tiempo y habilidades en causas en las que creen de verdad. Ésta es la mejor motivación.
eXp. – Por su trabajo usted visita los puntos más críticos del planeta, la mayoría lugares que los europeos suelen evitar deliberadamente. ¿Cuál de todos ellos le ha marcado y por qué?
K.G. – Uno de mis recuerdos más vívidos es de mi visita al Níger donde estuve a principios de este año con motivo de la terrible sequía y la hambruna cada vez más atroz. Me llevaron al departamento de niños desnutridos en un hospital local. Nunca imaginé que una habitación llena de niños pequeños podría ser tan tranquila. Ninguno de ellos estaba llorando, simplemente estaban demasiado débiles para ello. Éste era el silencio más atronador del mundo, sobre todo, teniendo en cuenta que hay niños que siguen muriendo de hambre en un mundo suficientemente rico para alimentar a sus habitantes.
eXp. – Usted es economista especializada en desarrollo sostenible. El terremoto en Japón, seguido por el tsunami que mató a miles de personas y destruyó la central nuclear de Fukushima, sacó de nuevo a la luz la polémica entre la energía nuclear y las energías renovables. ¿Cuál es su postura?
K.G. – Hoy estamos entre la espada y la pared – más gas, petróleo y carbón o más energía nuclear. El primer grupo de energía conduce a cambios climáticos más profundos, mientras la energía nuclear se vincula cada vez más con la preocupación por su seguridad.
La triple desgracia en Japón confirmó éstas preocupaciones, pero también empujó a todos, incluida Europa, a endurecer sus requisitos para la explotación segura de las centrales nucleares.
Considero muy razonable la inversión en energías alternativas seguras. Sin embargo, soy consciente de que a fecha de hoy éstas no son capaces de satisfacer el hambre energética del planeta. Creo que tenemos que apostar más por la investigación científica y el desarrollo de la energía que no conlleva riesgos.