Nosotros hemos hecho desde la Unión Romani un gran esfuerzo por difundir las candidaturas de las que hemos tenido conocimiento. Pero, aún así, nos consta que otros gitanos y gitanas han participado en estos comicios sin que nosotros lo supiésemos.
Por esa razón pedimos que si alguien tiene conocimiento de que cualquier gitano o gitana haya salido elegido o elegida, tanto para el ayuntamiento como para el Parlamento Autonómico, nos lo diga.
Desde la Unión Romani estamos comprometidos con animar a nuestros jóvenes para que participen en el quehacer político de la nación. Ya no vale quedarse quietos esperando que sean los demás los que decidan por nosotros sin que hayamos tenido la oportunidad de ser oídos allí donde se hacen las leyes o se toman las decisiones.
España está viviendo un momento de especial importancia. Los viejos hábitos de los partidos políticos tradicionales se están tambaleando. Ya lo habréis comprobado a la vista del resultado de estas pasadas elecciones. Tanto el Partido Popular (PP) como el centenario Partido Socialista Obrero Español (PSOE) han de tomar buena nota de que sus respectivos mensajes han de estar más incardinados en ofrecer soluciones a los problemas más inmediatos de la gente. Y no solo eso: hay que decirlo con un lenguaje sencillo que todo el mundo entienda. Pero, sobre todo, al decirlo se ha de transmitir credibilidad. En el lenguaje popular de la gente de calle se suele decir:
─ Porque lo dices tú, me lo creo. Si me lo dijera otro no me lo creería o lo pondría en duda.
Y esto es igualmente válido para otras formaciones políticas de menor relieve o de ámbitos territoriales más reducidos.
Pero no nos hacen caso
La fuerza con que han irrumpido en el panorama nacional formaciones políticas de nuevo cuño tales como CIUDADANOS o PODEMOS no puede ni debe dejarnos indiferentes. Ellos, con mayor o menor acierto, están ofreciendo a la sociedad unos cauces de participación con los que nunca habíamos contado.
Los gitanos saben hasta que punto en cada periodo electoral hemos pedido a los partidos tradicionales que incluyan en sus listas a gitanos y gitanas, militantes de sus formaciones políticas, con el fin de que den testimonio del compromiso de sus partidos en atender a nuestros graves y enquistados problemas. Nunca –o casi nuca— nos han hecho caso. Ni siquiera han querido valorar el enorme potencial electoral que significa una comunidad como la nuestra formada en España por unas 750.000 personas. Ya lo decía mi pobre madre, que en paz descanse, inculta gitana analfabeta pero poseedora de una sabiduría natural extraordinaria: –esa sabiduría innata de nuestra gente, que no se aprende en los libros— «Predíqueme, predíqueme padre, que por un oído me entra y por otro me sale». Eso me lo decía cuando me daba buenos consejos y yo le manifestaba con palabras, que mi gesto desmentía, que sí, que le haría caso, que ya no volvería a hacerlo más:
«Predíqueme, predíqueme padre, que por un oído me entra y por otro me sale»
De todas formas, lo que el pueblo español ha dicho el domingo pasado en las urnas es tan importante, que tendremos tiempo y oportunidad de sacar nuestras propias conclusiones. Conclusiones de las que me atrevo a avanzar una:
Si los partidos políticos no atienden adecuadamente nuestras peticiones, o si nosotros, los gitanos, no damos un golpe en la mesa exigiendo ser nosotros los portavoces de nuestras inquietudes, se cumplirá el oráculo: «Los dioses ciegan a los que quieren perder». Es decir, que perderemos todos. O mejor dicho: perderemos los de siempre.