Sin Tratado de Lisboa, la Unión Europea no anda o no se atreve a andar. La renovación de sus instituciones está pendiente de la entrada en vigor del documento y eso depende sólo de lo que pase en la República Checa en los próximos días.
Arrancando hojas al calendario, los ministros de Asuntos Exteriores de los 27 pretendían este lunes empezar el debate sobre los nuevos nombramientos previstos en el Tratado, un presidente estable de la Unión y un Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, pero los acontecimientos han aconsejado frenar y esperar. Sólo han avanzado en la creación del Servicio Europeo de Acción Exterior, la futura red diplomática de la UE en todo el mundo, que contará con 5.000 funcionarios y una dotación económica de 50.000 millones de euros hasta 2013.
Si, como se espera, el Tribunal checo falla a favor del Tratado, el presidente Vaclav Klaus firmará por fin, según un acuerdo alcanzado con la presidencia sueca de la Unión, cuyos términos se desconocen. Será una fórmula que no ponga en evidencia la cesión de la UE a la República Checa pero satisfaga la exigencia de Klaus, una exención sobre la Carta de Derechos Fundamentales que impida las posibles reclamaciones de los alemanes expulsados de los Sudetes tras la Segunda Guerra Mundial. Todo parece indicar que habrá que hacer la misma excepción con Eslovaquia, como ya se hizo antes, por otros motivos, con Polonia y Reino Unido. En cualquier caso, será un encaje diplomático que evite volver a ratificar el Tratado.
Resuelto todo esto, los 27 deberán entrar en la no menos difícil negociación de los nombramientos, con todas las quinielas abiertas y un polémico Tony Blair que cuanto más suena como presidente estable de la UE, más oponentes encuentra. Los ex primeros ministros de Holanda, Finlandia y Austria, además de Felipe González, están entre los candidatos no declarados. Pero la negociación será un puzle entre Norte y Sur, socios antiguos y nuevos, hombres y mujeres y así casi infinitas posibilidades.
La complicación va a obligar a convocar un nuevo Consejo Europeo a mediados de noviembre para cerrar los nombramientos. Además la Comisión Europea termina su mandato el 31 de octubre y tendrá que prorrogarlo también hasta que el Tratado de Lisboa entre en vigor. euroXpress