Las cuentas públicas previstas para el próximo año suponen un recorte de 3.900 millones de euros que no sacian todavía a la troika
El rescate de la troika y sus medidas de austeridad aterrizaron en Portugal en mayo de 2011, imponiendo unos ajustes que el Gobierno luso tiene que cumplir sí o sí hasta junio de 2014. A ocho meses vista, lo que todavía está en el aire es si se trata de una fecha de caducidad o de consumo preferente.
Y es que, la sombra de un segundo rescate europeo planea desde hace semanas por el cielo portugués. Ha sido un ministro quien ha reconocido abiertamente que la opción está sobre la mesa: «Si las tasas de interés son demasiado altas, estaremos forzados a ir a un segundo rescate, que sería muy malo para la economía portuguesa», ha afirmado Rui Machete, responsable de Negocios, a la Agencia Lusa. El resultado de las nuevas cuentas públicas será determinante.
La opción menos mala es un programa cautelar, propuesta de la que no existen detalles, pero que también alargaría la presencia de la troika en el país, dejando la meta de la vuelta al mercado en una remota carambola. «El camino de regreso a los mercado es estrecho aunque es más ancho que hace un mes. De cualquier forma, es muy pronto para especular sobre lo que ocurrirá al final del programa de asistencia», ha afirmado el jefe de la misión del FMI para Portugal, Subir Lall.
Con estas cartas en el tapete y con unos intereses que rondan el 6 por ciento, lejos todavía del 4,5 por ciento establecido como objetivo ideal para lograr la total autonomía financiera y finalizar la partida, sólo hay un naipe seguro: el Presupuesto del Estado para 2014, que fue anunciado a mediados de octubre y está pendiente de que la mayoría parlamentaria de Pedro Passos Coelho lo apruebe a lo largo de este mes.
Supone un recorte de 3.900 millones de euros. «Sigue la línea de las propuestas del Banco Central Europeo y del FMI, aplicando una receta que no ha resultado por los graves costos sociales que tiene», apunta a euroXpress la investigadora de la Universidad de Lisboa Cátia Miriam Costa.
La receta pasa, entre otros ingredientes, por la reducción entre el 2,5 y el 12 por ciento del salario de los funcionarios que cobren más de 600 euros, también por rebajar las pensiones superiores a 500 euros, por subir los impuestos a las bebidas alcohólicas, al tabaco y al gasoil, y por no tocar el IVA, del que se esperaba una rebaja. «Nosotros intentamos a lo largo de estos dos años y medio que la reducción del gasto público afecte lo mínimo a la renta, pero no es posible reducir el gasto o el déficit sin afectar a esa función», ha subrayado públicamente el primer ministro.
Gran parte de lo ahorrado con los recortes se irá a pagar los intereses de la deuda, según apunta a euroXpress el profesor de Economía en ISCTE Business School Sandro Mendonça, quien recuerda que la deuda pública alcanzará este año un pico del 127,8 por ciento del PIB, frente al 124,1 por ciento del pasado año. «En 2008 Portugal era un país normal en términos de deuda pública. Pero desde entonces ha aumentado 50 puntos», incide. Según sus cálculos, el presupuesto de 2014 prevé más gastos en intereses de préstamos (7,9 millones) que en Educación (7,8 millones de euros) o Salud (7,2 millones). «Esto es lo que tenemos: inversión económica y gasto social del Estado a la baja, con los gastos de intereses en alza. Es un auténtico trasvase de riqueza de la población a los operadores internacionales de la deuda», finaliza.
A pesar de todos estos números, el FMI (una de las tres patas de la troika) considera que la «agenda de reformas» del Gobierno puede no ser lo «suficientemente ambiciosa» para revertir lo que consideran como falta de competitividad de la economía portuguesa. ¿Traerá el presupuesto finalmente un respiro o llevará al país de nuevo a la cuerda floja? Todo está en juego.