El operativo montado por los dos cuerpos policiales uniformados y las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad de Merkel supera incluso a situaciones anteriores que podrían considerarse de «riesgo máximo», como las visitas de presidentes estadounidenses.
Durante las siete horas que permaneció en el país, la canciller alemana se reunió con el presidente portugués Aníbal Cavaco Silva en el palacio de Belém, ubicado en la periferia rica de Lisboa, frente a la Praça do Imperio, un amplio espacio fácil de controlar por las fuerzas de seguridad, apoyadas por agentes de inteligencia infiltrados entre manifestantes que rechazaban su presencia.
Sin embargo, el palacio de São Bento, en el centro de la ciudad, no ofrece las mismas garantías. Su ubicación en la parte trasera del parlamento lo convierte en vulnerable, debido a que esa zona debe estar, según mandato constitucional, libre para que el pueblo se pueda manifestar ante los legisladores.
Para evitar las protestas que proliferaron en Lisboa, la alternativa fue São Julião da Barra, a 17 kilómetros de Lisboa, en la desembocadura del río Tajo. Un imponente fuerte erigido en el siglo
XVI para impedir las incursiones de piratas, corsarios y filibusteros ingleses, holandeses y franceses para saquear Lisboa, que entre los siglos XV y XVII fue la capital más rica de Europa.
La Policía de Seguridad Pública y la Guardia Nacional Republicana se apostaron en el fuerte, mientras barcos de guerra patrullaban las aguas cercanas y helicópteros artillados surcaban los cielos de Oeiras, una pequeña localidad costeña poco habituada a tales despliegues.
Ambas fuerzas cerraron varias calles en los barrios del itinerario de Merkel, quien, además de su séquito de agentes de seguridad, fue protegida por tiradores apostados en terrazas y techos de los edificios.
Para la izquierda del sur de la Unión Europea (UE), Merkel es la principal responsable de la austeridad extrema impuesta por el bloque a millones de personas, a cambio de asistencia, en especial en España, Grecia y Portugal, donde sindicatos y organizaciones de la sociedad civil han convocado para este miércoles 14 a una huelga general conjunta.
En el caso de Portugal, la imposición vino de la mano de una asistencia de 110.000 millones de dólares, aprobada en mayo de 2011 por la llamada troika, conformada por la UE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.
La política auspiciada por la canciller alemana, «que todo lo decide» en la UE, causa «una pobreza generalizada, un creciente desempleo, carencia de cuidados de salud y nos ha conducido a una vida hipotecada», acusa en una declaración el movimiento Precarios Inflexibles, integrado por jóvenes organizados en las redes sociales que han logrado gigantescas movilizaciones en todo el país.
Las duras medidas de austeridad impuestas a Portugal se han traducido en una desocupación sin precedentes en los últimos 38 años, que llega al 16 por ciento de los activos, un empobrecimiento de la clase media, retroceso económico con centenas de empresas que han tenido que cerrar sus puertas, mientras los bancos han aumentado sus lucros entre el 180 y el 250 por ciento.
En los días previos a la visita, un grupo considerable de académicos, intelectuales, artistas, activistas de organizaciones no gubernamentales y sindicalistas enviaron una carta abierta a Merkel en la que, además de declararla «persona non grata», criticaron en duros términos lo que describieron como «intromisión» en la política nacional portuguesa.
El expresidente Mário Soares (1986-1996) cuestiona al gobierno. «Passos Coelho, con un gran fanatismo ideológico, quiere ser el discípulo predilecto de Merkel» nos dice, «En el ámbito europeo solo la escucha a ella, lo cual es un error colosal».
Mantiene que «Merkel pasará a la historia como la gran responsable por la prolongación (en buena parte de Europa) de una crisis que se podría haber evitado desde el inicio, cuando los problemas comenzaron en Grecia».
Pero Alemania no ayudó «y los bancos de ese país sabrán por qué, tal vez para ganar un poco más, pero solo transitoriamente, ya que les va a salir muy caro el final de esta tristísima historia», concluye Soares.
Por su parte, la diplomática Ana Gomes, diputada socialista en el Parlamento Europeo, nos dijo que la visita de la canciller alemana «es una oportunidad para que los portugueses le digan que su receta está equivocada».
Esa política económica contiene «varias ideas perversas», entre ellas «la prisión perpetua de austeridad que ata a países como el nuestro y que está impuesta por la visión obsesiva de Merkel», puntualiza.
Es que «¿no sabía cuál era la realidad de este país?», sentencia Gomes, en referencia a una reunión del Consejo Europeo la semana pasada, donde Merkel dijo que Portugal era «un caso de éxito en Europa».
Para la eurodiputada, la «austeridad punitiva» que está siendo aplicada en Portugal tiene consecuencias desastrosas. ¿Cómo es posible que esté tan lejos de la realidad como para citar a Portugal como un 'buen ejemplo'?».
El periódico independiente «i» titula en primera página «Ave, Angela, morituri te salutant», parodiando el saludo de los gladiadores al emperador de Roma en la arena, una alusión al drama económico de los portugueses.
Otro derroche de ironía lo ofreció el dirigente del Bloque de Izquierda, Francisco Louçã, al calificar de «pirata» y «agresora» a Merkel y recordar que «São Julião da Barra fue construido para impedir a los piratas entrar al río Tajo. ¿Quién podía imaginar que los piratas entraran en el fuerte?.