El Consejo de Ministros luso considera que esta propuesta es la mejor desde el punto de vista financiero para poder afrontar los retos de la tesorería. Ahora falta que la Comisión Europea apruebe la operación. «Es una buena decisión y espero que podamos concluir todo este proceso tan deprisa como sea posible para clarificar el futuro de la empresa, dar estabilidad a los trabajadores y a los operadores económicos, y conseguir también más confianza», ha declarado el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, quien recordó que desde hace 18 años se busca una solución para TAP.
El consorcio Gateway está formado por el empresario norteamericano David Neeleman, dueño de la compañía aérea brasileña Azul, y por el empresario luso Humberto Pedrosa, propietario de la empresa de transportes de pasajeros por carretera Barraqueiro. Pedrosa ha concedido una entrevista al semanario Expresso en la que ha explicado que el objetivo de la nueva dirección es aumentar el número de empleados, comprar nuevos aviones (se habla de 53) y abrir nuevas rutas, sobre todo a Brasil y Estados Unidos. Aunque la prioridad principal es recapitalizar la compañía por lo que los 354 millones de euros son insuficientes, según sus declaraciones.
El responsable de la Secretaría de Estado de Transportes, Sergio Monteiro, se ha mostrado satisfecho con la privatización porque se ha conseguido salvaguardar la sede y dirección operativa en Portugal durante un mínimo de diez años, así como las obligaciones de servicio público para el mismo período y el mantenimiento del centro de operaciones en el país por lo menos durante 30 años. La intención del Gobierno luso es vender el restante 34 por ciento de la compañía en los próximos tres años.
Más barata que el entrenador del Sporting de Lisboa
A pesar de lo largo del proceso, de los vaivenes, los cruces de declaraciones o las portadas ocupadas, la operación definitiva no ha gustado en la oposición y tampoco en parte de la sociedad. En la Asamblea se ha hablado de «insulto», de «operación opaca», de «una tragedia» o de «luto». «Es una vergüenza vender TAP por la mitad de Jorge Jesús» [en referencia al entrenador de fútbol que acaba de fichar el Sporting de Lisboa proveniente del Benfica], ha manifestado un diputado del Partido Socialista (PS), Rui Paulo Figueiredo.
António Costa, secretario general del PS, partido al que las encuestas dan la victoria en las elecciones generales de este otoño, también ha criticado la operación vencedora y la actitud del Gobierno porque «hasta pagaban para que alguien se quedara con TAP». El Partido Comunista, la tercera fuerza política del país, ha calificado la venta de «crimen contra la soberanía nacional».
Esta venta de la última compañía aérea pública de Europa se enmarca en un intenso proceso de privatización llevado a cabo en los últimos años en Portugal y que forma parte de los programas de ajustes de la troika. Destaca por ejemplo el caso de la eléctrica EDP, ahora controlada por empresarios chinos, de la empresa de correos CTT, de la aseguradora Fidelidade, o de la venta de participaciones en la Caixa Geral de Depósitos.