La salud de las finanzas públicas lusas ha comenzado a mejorar, pero la economía ya da muestras de un preocupante desangre, con una población sujeta a condiciones espartanas, cuya clase media se estima que perderá el 20 por ciento de su poder de compra en 2012.
El documento distribuido este jueves por la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, indica que Portugal, con un retroceso económico del 1,9 por ciento este año, proyecta una caída mayor para 2012, del tres por ciento, la más fuerte del bloque, superando incluso a Grecia, cuyo producto descenderá 2,8 por ciento respecto del año anterior.
La poca alentadora perspectiva de la economía portuguesa prevé que la deuda pública crezca del actual 101,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) hasta 111,6 por ciento en 2012.
Cierran la lista de proyecciones negativas para la economía el año próximo el índice de desocupación, que pasará del actual 12,6 por ciento de la población económicamente activa al 13,6 por ciento, y la inflación alcanzará el tres por ciento.
Del sector financiero, en cambio, salen buenas noticias para el FMI, la UE y los mercados internacionales, pero no para la población portuguesa, que solo podrá mejorar su deteriorado nivel de vida con inversiones estructurales, según la crítica generalizada de la oposición de izquierda.
Mientras que el modelo impuesto por el FMI y la UE coloca a Portugal en el último lugar de Europa en todos los indicadores de crecimiento, Irlanda, que no aceptó esa vía, registrará en 2012 un aumento de su PIB del 1,6 por ciento.
El déficit fiscal se fijará en el 5,8 por ciento del PIB este año, lo cual permite predecir que se cumplirá la meta del 4,5 por ciento prometida a la troika cuando fue concedido el crédito para el rescate.
Preso del bloque
Consultado sobre las consecuencias de las opciones del gobierno conservador, el profesor de economía Mario Gómez Olivares, de la Universidad Técnica de Lisboa, indicó que «la situación del país se agrava porque las autoridades están experimentando medidas estructurales, tales como bajar la parte del PIB del Estado del actual 48 por ciento a 40 o 42 por ciento».
Asimismo, Passos Coelho decidió «bajar los salarios para recuperar competitividad en torno a un 30 por ciento, mejorar los déficit de las balanzas comerciales y servicios a niveles controlables, a seis o siete por ciento, la mitad de los actuales, lo cual no es el caso de Irlanda que tiene superávit comercial».
En cuanto a las inversiones privadas, el pronóstico del gobierno de un 2,8 por ciento de incremento «es muy optimista y va a obligar a nuevos recortes salariales y probablemente a retirar algún subsidio a los privados», una medida ya aplicada a los funcionarios estatales.
Algunos economistas sostienen que Portugal podría adoptar un modelo similar al argentino, aunque para el académico Gómez Olivares es una comparación inútil.
«Argentina recuperó soberanía al salir del ancla del dólar, depreció su moneda (el peso) y volvió a exportar, reconquistando mercados, sustituyendo importaciones, diversificando geográficamente su comercio exterior, todo eso no puede hacerlo Portugal», explicó.
«Portugal no tiene moneda propia, su mercado es fundamentalmente europeo, con un euro fuerte que es poco competitivo fuera de la UE, lo cual significa que la recuperación debe ser compaginada con el bloque», afirmó.
Al concluir, Gómez Olivares planteó un panorama futuro poco alentador, donde con la excusa de aumentar la competitividad se contempla «bajar aún más los costos salariales, que ya se sabe alienta la recesión».
En las cuentas del gobierno «hay un efecto de contracción muy elevado en el consumo de las familias y más allá de las pérdidas de renta disponible, se puede entrar en la zona del pánico social», advirtió el catedrático.
Aplausos sin recortes
Los elogios al primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, provenientes de los defensores de recortes brutales en los gastos públicos son casi cotidianos.
Mientras, el primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, que reúne una vez por mes a los responsables de las carteras de Economía y Finanzas de la zona euro, desvirtuó interpretaciones periodísticas que vaticinan un refuerzo de la ayuda a Lisboa en unos 35.000 millones de dólares.
«No creo que Portugal necesite una suma más elevada», dijo Juncker, pero admitió que puedan operarse algunos «ajustes técnicos» para la ejecución del programa y no así su reajuste, porque Portugal está demostrando que «las metas son para cumplirse».
Tanto el FMI como la UE sostienen que solo un colapso de Grecia podría obligar a Portugal a pedir una ayuda adicional
Estela Barbot, consejera del FMI, tras reconocer que «tenemos que estar abiertos a todas las posibilidades», insiste en que hay que esperar «para ver lo que pasará en Grecia».
Amadeu Altajaf, portavoz de la Comisión Europea para asuntos económicos sostuvo que «Portugal cuenta con financiación suficiente para sustentar el regreso del país a los mercados».
Las evaluaciones positivas a Portugal por parte de los líderes de la UE «abren las puertas a nuea financiación» si este país sigue cumpliendo el programa en forma estricta, explicó.
En agosto, el gobierno aprobó el primer examen de la troika, lo cual significó el envío a Lisboa de una remesa de 16.000 millones de dólares y espera recibir una segunda de 11.600 millones de dólares dentro de dos semanas, cuando los técnicos enviados por los acreedores concluyan la segunda evaluación.
Sin embargo, pese al comportamiento de buen alumno demostrado al FMI y a la UE, Altafaj recordó que «existen hechos que están fuera del alcance de Portugal», como es el caso del desempeño de la economía griega.
En el concierto del proceso de distanciamiento de las situaciones de Grecia y de Portugal, el presidente de este último país, Aníbal Cavaco Silva, utilizó la oportunidad de su visita al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con ese fin.