Lisboa, (IPS) - La mortalidad en Portugal durante el invierno que está por concluir registra un crecimiento alarmante, muy superior al promedio habitual para esta época del año y que los especialistas atribuyen a la crisis socioeconómica del país.
La factura más alta la están pagando las personas de avanzada edad con escasos recursos, destacan los expertos que hemos consultado. La Dirección General de Salud (DGS) informó que en febrero murieron 11.600 personas, 1.600 más que la media de otros años en el mismo periodo de tiempo. La mayor parte de los fallecidos son personas con más de 75 años.
La inmensa mayoría de los especialistas en salud pública asocian el inédito registro de muertes a la crisis económica, que ha obligado al Estado a aplicar medidas draconianas de ahorro en el gasto público, impuestas por la llamada «troika» de acreedores internacionales.
El acceso gratuito a los servicios de salud del Estado, uno de los grandes logros de la revolución democratizadora del 25 de abril de 1974, ha comenzado una larga marcha hacia la extinción.
Por exigencia de la «troika» interventora, formada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo (BCE), la salud no puede continuar siendo una «dádiva» del Estado a los ciudadanos. Esa tesis que no tiene en cuenta que el sistema público de salud lo paga con sus impuestos la población portuguesa.
Las interpretaciones de los óbitos están divididas. La DGS afirmó el 2 de este mes que la elevada cifra de decesos de febrero fue el resultado del frío y de las enfermedades propias de la temporada. Sin embargo, muchos médicos señalan también los débiles o inexistentes recursos económicos de una creciente cantidad de ciudadanos que les impiden tener una alimentación y una atención sanitaria adecuadas.
Ana Filgueiras, presidenta de la organización no gubernamental Cidadãos do Mundo (ciudadanos del mundo), desde donde coordina el «Programa inter-ayuda entre más viejos y más jóvenes», comenta la situación. «Lo que explica el aumento significativo de muertes precoces es una conjunción perversa de factores que, a pesar de no ser nuevos, han surgido simultáneamente de forma inesperada para los más viejos y sobre todo para los más pobres», señala.
Portugal es un país «con grandes regiones desertificadas de presencia humana en edad reproductiva, que mantiene aislados a los más viejos, muy en especial a los más pobres de ellos, en una condición de supervivencia básica y de escaso acceso a los servicios de salud», explica Filgueiras.
En un invierno que ha sido inusitadamente gélido y sin lluvia, «se han juntado las condiciones que agravan problemas respiratorios, que afectan a la particularmente vulnerable población más vieja, víctima este año de serias limitaciones económicas que les han impedido calentar mínimamente sus casas».
Filgueiras no acepta la justificación del gobierno cuando identifica la gripe para explicar el incremento inusual de muertes. «Este año ha habido menos casos de gripe, sobre todo de cepas virales agresivas, como ocurrió en años recientes con la gripe A», afirma la activista. Todo indica, subraya, que «las dificultades reales causadas por la actual crisis son lo que impide a los ancianos más pobres pagar transporte, tasas y remedios para cuidar de su salud». Y añade «Es ciertamente en esta conjugación de factores donde reside el origen de las muertes de los más viejos», concluye la presidenta de Cidadãos do Mundo.
Las interpretaciones de Filgueiras son avaladas por el médico Jaime Teixeira Mendes, miembro de la dirección del Hospital Santa María, el mayor del país. «Los cambios meteorológicos derivados de la ola de frío y la epidemia de gripe en nuestro país son sin lugar a dudas los responsables de la mayor mortalidad en el último mes», explica. Pero estos elementos, por sí solos, «no justifican las cifras, porque ha habido años en los que el registro de casos de gripe fue similar, pero con la diferencia de que ahora hay vacunas en cantidad suficiente y este año había un mayor número de personas vacunadas».
Teixeira Mendes cita un estudio de la Organización Mundial de la Salud «que indica la existencia de una relación probada científicamente entre las condiciones socio-económicas de una población y su salud». Las medidas de austeridad implementadas en Portugal «son las responsables de la deficiente nutrición, debido a la comida más cara, malas condiciones de viviendas, mal calentadas debido a la electricidad más cara», sostiene.
A esto se unen «las dificultades de acceso a los servicios de salud por el aumento de las tasas y del transporte, razones más que probadas por expertos en salud pública como causas de mayor mortalidad en los ancianos», concluye Teixeira. «O hay dinero para comer o para medicinas», repitieron muchos pacientes de avanzada edad en un reportaje del 3 de marzo en el diario O Correio da Manhã, en una frase que sintetiza la disyuntiva de los portugueses más pobres.
Desde comienzos de mes, el matutino lisboeta Público ha dedicado varias páginas a reportajes sobre la precaria situación de los más pobres, una categoría que en Portugal alcanza una cuarta parte de los 10,7 millones de habitantes. Del total, el grupo de los mayores de 65 años representa un 18 por ciento de la población, mientras que los menores de 14 años suman el 16,2 por ciento, según estadísticas oficiales. La expectativa de vida es de 78,5 años.
El acento ha sido colocado en los ancianos, realizando varias entrevistas a médicos expertos que coinciden en relacionar el aumento de la mortalidad con la crisis y las medidas de reducción del gasto público en salud exigido por el FMI, la UE y el BCE. Mário Jorge Santos, presidente de la Asociación de Médicos de Salud Pública (AMSP), mantiene que el aumento progresivo de la mortalidad de personas de más edad también encuentra explicación en la subida brutal de los precios de la electricidad y del gas.
Los ancianos, los más vulnerables al frío, tuvieron que sacar el máximo provecho de sus exiguas jubilaciones, manteniendo sus casas sin calefacción. De acuerdo al presidente de la AMSP, la pobreza afecta los picos de mortalidad, «ya sea por obstaculizar el acceso a la salud, ya sea por no permitir que las personas se abriguen adecuadamente».
Santos considera que el aumento progresivo de la mortalidad en Portugal refleja, en cierta medida, la relación entre «la disminución de los ingresos de los hogares» y el «aumento de las tarifas a los usuarios», que condicionan el acceso a los cuidados de salud. La AMSP asevera que el aumento de tarifas de los hospitales durante un período de empeoramiento de las condiciones económicas de las familias, se traduce en una carga para la asistencia sanitaria y, en consecuencia, en el aumento de la mortalidad.
Francisco Vieira, comentarista del diario Notícias Ribeirinhas, deplora que muchas personas «no puedan llevar una vida digna, no cuenten con cuidados de salud eficaces, no se alimenten convenientemente, no calienten sus casas ni se abriguen como deberían, no viajan, no conviven, no sonríen, no tienen esperanza, un conjunto de circunstancias que puede causar la muerte. ¿Alguien lo duda?».