Los 114 focos ígneos, 13 de los cuales son especialmente preocupantes por su intensidad, consumen de modo implacable bosques en el norteño distrito de Viseu y en las cercanas localidades de Vila Real, Guimarães, Braga, Amarante, Oporto y Viana do Castelo, totalizando una superficie similar a cinco ciudades como Lisboa o 41.000 estadios de fútbol.
Miles de bomberos de los cuarteles de Estoril y Alcabideche, próximos a Lisboa, despidieron este jueves en una emotiva ceremonia a Bernardo Figueiredo, su compañero de 23 años que el martes murió cumpliendo su labor como voluntario en la Serra do Caramulo, distante 300 kilómetros del cuartel donde tenía su base.
Cinco días antes, había perdido la vida en el mismo incendio la colega Rita Pereira, también de 23 años y que había sido compañera de Figueiredo en los cursos de formación del cuartel de Alcabideche. Este jueves la tragedia se trasladó a Serra do Caramulo, con el fallecimiento de la quinta víctima, la joven Cátia Pereira Dias, de la compañía de bomberos de Carregal do Sal, aldea de esa zona.
El comandante de bomberos de Alcabideche, José Palha, bajo cuyo mando se formaron Figueiredo y Pereira, no escondia su tristeza por la pérdida de los dos jóvenes. Eran dos personas de «gran generosidad, eran de la misma edad y nacieron el mismo mes y solo con nueve días de diferencia y, pese a su edad, ambos nunca dudaron en partir a combatir el fuego en la Serra do Caramulo».
Cuando solo faltan dos días para terminar el mes más caluroso del verano en Portugal, el área incinerada es mayor que el total destruido en 2007 y en 2008. La secuencia y la duración de los incendios de los últimos días están dejando exhaustos a los «soldados de la paz», como advirtieron los responsables de la Asociación Portuguesa de Bomberos Voluntarios al asegurar que el dispositivo de lucha está al límite.
Palha comenta que, si bien «Portugal cuenta con los medios necesarios, que además son de gran calidad para al combate terrestre, tales como camiones cisterna, herramientas, mangueras y otros elementos, los medios aéreos son muy escasos y los equipos personales para los bomberos, como trajes para altas temperaturas, cascos y máscaras, son deficientes». «Contamos con unos pocos helicópteros de bombardeo de agua, pero no con aviones. Los que usamos son de otros países europeos, en especial este año nos enviaron de España y de Francia», explica.
La febril jornada del domingo 25 registró el mayor número de fuegos, con 362 incidentes, combatidos por casi 7.500 bomberos, cuando la cantidad máxima de efectivos disponibles para la fase más crítica de los incendios es 9.337. Entre la medianoche y la tarde del lunes se registraron 183 nuevos incendios, 23 de los cuales fueron considerados los más activos y siete eran muy graves, debiéndose recurrir a 2.019 vehículos terrestres, aviones cisternas y helicópteros pesados, que realizaron 240 misiones.
Según un informe divulgado el lunes por el Instituto de Conservación de la Naturaleza, entre el 1 de enero y el 1 de agosto ardieron cerca de 31.000 hectáreas en el territorio continental y en los insulares de Azores y Madeira. Los expertos sostienen que la mayoría de los focos ígneos surgen por negligencia, incluida la falta de prevención, y también de modo intencionado. La Policía Judicial ya ha detenido a 50 personas acusadas de provocar incendios forestales en el norte del país. Los múltiples incendios, atizados por la ola de calor y los fuertes vientos, se han saldado hasta este jueves con seis muertos.
A los cinco bomberos mencionados, se agrega una civil fallecida hace dos semanas en el archipiélago luso-atlántico de Madeira, donde este fenómeno se hizo sentir con gran rigor a mediados de mes, quemando varias casas en aldeas vecinas a la Funchal, la capital de la región autónoma insular.
Este juevesaún se mantenían activos varios incendios, causando especial preocupación los que se registran en La Serra do Caramulo, Góis y Viseu, en el centro norte del país, donde el ejército ya recibió órdenes de apoyar, con un regimiento de ingenieros militares zapadores, los esfuerzos de los bomberos.
Según la Autoridad Nacional de Protección Civil (ANPC), además de Góis y Visseu, persisten incendios en Serra do Caramulo, Silvares, Tondela, Resende, Castro Daire y Vouzela, todas localidades del distrito de Viseu. También se registran incendios en Montaria, Cousso/Paderne y Melgaço, comarcas del distrito Viana do Castelo, en el extremo noroeste del país. La magnitud de los incendios levantó la polémica entre los expertos respecto de la asignación de fondos para la alimentación de los bomberos, quienes muchas veces dependen de la solidaridad de las poblaciones, así como para la prevención de incendios a los silvicultores y especialistas en política forestal.
Consultada sobre la polémica, Carla Aguiar, asesora del Ministerio de Interior, explica que «no hay comentarios del ministro Miguel Macedo sobre esa controversia, pero sí lo que ha enfatizado es que debemos desplegar más esfuerzos para la prevención de incendios y que este debe ser compartido por varias entidades». Es decir que «no solo los ministerios con competencias en el sector forestal, sino también las alcaldías y otras entidades municipales, sin olvidar a las personas que también comparten la responsabilidad en este sentido».
Aguiar concluyó citando un comunicado del ministerio, en el que se indica que, de manera similar a lo ocurrido en años anteriores, «ha instruido y fortalecido el sistema de financiación de la ANPC para proceder a este pago urgente de los gastos de combustible y suministro de bomberos más fuertemente involucrados en la lucha contra incendios forestales».
Portugal, cuyos 92.090 kilómetros cuadrados de extensión lo hacen el país más pequeño del Mediterráneo europeo, sufrió el mayor número de incendios y la más grande superficie quemada, al totalizar 344.710 hectáreas, de esa región entre 2006 y 2010, según un informe publicado el 21 de marzo de 2013 por la Organización de las Naciones Unidas. Ese documento añade que Portugal, España, Grecia e Italia representaron casi 80 por ciento de la superficie total quemada entre 2006 y 2010 en la costa del mar Mediterráneo, registrándose en la Península Ibérica más de 50 por ciento de esa cifra.