El informe «The Fossil Fuel Bailout: G20 Subsidies For Oil, Gas and Coal Exploration» (El rescate de los combustibles fósiles: Los subsidios del G-20 a la exploración de petróleo, gas y carbón), elaborado por el Instituto Británico de Desarrollo de Ultramar (ODI) y Oil Change International (OCI) , muestra que los gobiernos de ese bloque de 20 países industrializados y emergentes están apuntalando la exploración de combustibles fósiles con unos 88.000 millones de dólares de media cada año, a través de subvenciones nacionales, inversiones por parte de empresas estatales y finanzas públicas.
Y esta es solo una pequeña parte del apoyo gubernamental total a la producción y el consumo de combustibles fósiles, que se estima en 775.000 millones de dólares al año.
El G-20, que celebrará su cumbre anual en Australia el sábado 15 y el domingo 16, continúa brindando estos subsidios, mayoritariamente ocultos a la mirada pública, pese a los reiterados compromisos para que se erradiquen, abordar el cambio climático y apoyar la transición hacia la energía limpia.
Solo los subsidios que el G-20 destina a tareas de exploración equivalen prácticamente al apoyo mundial total a las energías limpias (101.000 millones de dólares), inclinando la balanza hacia el petróleo, el gas y el carbón.
El informe del G-20 de las mayores economías del Norte y el Sur en desarrollo sigue a la quinta evaluación lanzada por el IPCC en Copenhague el 2 de noviembre, en el que se alertaba de que el cambio climático amenaza con alteraciones irreversibles al planeta y responsabilizaba del problema a la actividad humana, con un papel importante de los combustibles fósiles.
El informe del G-20 muestra que sus gobiernos gastan más del doble de lo que las 20 principales empresas privadas están gastando en busca de nuevas reservas de petróleo, gas y carbón. Esto sugiere que las compañías dependen del apoyo público para sus actividades de exploración.
Como hallar combustibles fósiles se vuelve cada vez más arriesgado, caro e intensivo en materia de energía, y los precios del petróleo, el gas y el carbón continúan cayendo, lo más probable es que las empresas se vuelvan más dependientes del dinero de los contribuyentes para continuar con sus exploraciones.
Esto también quedó demostrado con la reciente petición de la industria petrolera y gasística de Gran Bretaña de mayores reducciones de impuestos para abordar los crecientes costes de operar en el Mar del Norte.
Algunos dirán que, aunque estos subsidios son poco rentables, pueden hacerse excepciones. Después de todo, argumentan, necesitamos combustibles fósiles para tener energía, y podemos seguir quemando petróleo, gas y carbón si acometemos la captura y el almacenamiento de carbono.
Esto simplemente no es verdad. Hacer esto derivará en un peligroso cambio climático, cuyos impactos recaerán sobre todo sobre las personas más vulnerables de los países y regiones más pobres.
Primero, en lo relativo al acceso a la energía, es en realidad mediante la energía limpia cómo podremos ofrecer calor y electricidad a los más pobres.
Según la Agencia Internacional de la Energía, es necesario que la mayor parte de las nuevas inversiones se destinen a distribuir energía, incluidas las opciones de mini-red y fuera de la red, que por lo general dependen de fuentes renovables. Si los gobiernos del G-20 redirigieran 49.000 millones de dólares al año –apenas la mitad de lo que actualmente gastan en exploración de combustibles fósiles–, podríamos lograr el acceso universal a la energía ya en 2030.
Segundo, hasta ahora solo ha habido una aplicación muy limitada de la tecnología de captura de carbono.
El primer y único proyecto «comercial» a gran escala de secuestro y almacenamiento de carbono, lanzado este año en Canadá, depende de subsidios del gobierno y vende el carbono capturado a la industria petrolera, que lo usa para extraer aún más combustibles fósiles. No es un modelo sostenible.
En síntesis: los subsidios a la exploración en busca de combustibles fósiles están alimentando un peligroso cambio climático, este apoyo es cada vez menos rentable, y el petróleo, el gas y el carbón no abordarán las necesidades energéticas de los más pobres y vulnerables.
Los países del G-20 tienen los recursos para financiar una transición hacia la energía limpia. Pueden darle el ejemplo al mundo dejando de destinar subvenciones nacionales, inversiones de empresas estatales y finanzas públicas a los combustibles fósiles para usarlos, en cambio, en fuentes renovables y eficiencia energética.
La reunión de los líderes del G-20, en la ciudad australiana de Brisbane, deberá reconocer esto y cumplir con las promesas que ya hicieron. Y erradicar de inmediato los subsidios a la exploración de combustibles fósiles sería el lugar correcto para empezar.