El estudio dirigido por el profesor de la universidad de Caen, Gilles-Eric Seralini, se ha hecho en el más estricto secreto durante dos años. El resultado es que las ratas que han sido alimentadas con maíz transgénico sufren cáncer, las fotografías que ilustran el trabajo muestra tumores grandes como pelotas de ping-pong, y mueren antes que las que se alimentó con maíz normal. También comieron maíz tratado con una pequeña cantidad de pesticida.
El profesor Seralini dice que «por primera vez un transgénico y un pesticida han sido estudiados por su impacto en la salud a más largo plazo de lo que lo habían hecho hasta ahora las agencias sanitarias, los gobiernos y la industria. Los resultados son alarmantes».
Durante dos años los alumnos del profesor han alimentado a 200 ratas con tras dietas distintas: solo con maíz transgénico NK603, con maíz transgénico NK603 tratado con Roundup, un herbicida, fabricados ambos por el grupo estadounidense Monsanto.
«La primera rata macho alimentada con transgénicos muere un año antes que la rata indicador (la alimentada con maíz no transgénico). La primera rata hembra muere ocho meses antes. En el mes 17 habían muerto cinco veces más machos alimentados con un 11% de maíz (transgénico), dice Seralini que había hecho con anterioridad otros estudios sobre el tema pero con datos de sólo 90 días que le había proporcionado la industria.
Tumores como pelotas de ping-pong
Los tumores aparecen en piel y riñones hasta 600 días antes que en la rata indicador. En las hembras aparecen en las glándulas mamarias unos 94 días antes que en las que no han comido transgénicos. «Con una pequeña dosis de Rounddup, la que se puede encontrar en la Bretaña francesa durante la época en la que se esparce el producto, se observa 2,5 veces más tumores mamarios» que normalmente, dice el investigador.
Los transgénicos agrícolas son organismos genéticamente modificados (OGM) para resistir a los pesticidas o para producirlos y el 100% de los transgénicos que se cultivaron a gran escala en 2011 tenían pesticidas. Es la primera vez que se han hecho análisis del Roundup a largo plazo.
En Bruselas, el eurodiputado francés José Bové, de Los Verdes, opuesto a los transgénicos, ha pedido la suspensión «inmediata» de las autorizaciones para el cultivo. El ministro francés de Asuntos Europeos, Bernard Cazeneuve ha pedido a la UE que aplique el principio de precaución, y que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria examine el informe. Por su parte, el ministro francés de Agricultura, Stéphane Le Foll, ha anunciado que pedirá reglas europeas «mucho más estrictas» para la autorización de transgénicos.
El estudio, ha costado tres millones de euros, y ha sido financiado por la fundación CERES, que tiene fondos de unas cincuenta empresas que no producen OMG, y por la fundación Charles Leopold Meyer para el Progreso de la Humanidad.
En España las organizaciones ecologistas Amigos de la Tierra y Greenpeace han pedido la suspensión de las autorizaciones de transgénicos. Amigos de la Tierra considera «preocupantes» los resultados de la investigación y señala que ya existían dudas sobre la inocuidad de los transgénicos para la salud, por lo que otros países europeos han prohibido su cultivo en sus territorios. «Con estos nuevos datos las autoridades españolas y europeas deberían suspender todas las autorizaciones de cultivo e importación de transgénicos, en particular en España debe desaparecer el cultivo comercial del maíz MON810 así como los cultivos experimentales con transgénicos, entre los que se encuentra el maíz NK603».
Por su parte, Greenpeace ha señalado que «las alarmantes conclusiones de este estudio ponen en evidencia el proceso de autorización de transgénicos en la Unión Europea donde no se exige una evaluación de riesgos a largo plazo, ni la corroboración por parte de estudios independientes. Pide una «paralización inmediata» en Europa de todos los procesos de autorización de transgénicos, así como de la experimentación con transgénicos al aire libre.
España es uno de los pocos Estados miembro en los que está permitido el cultivo de transgénicos. Una de cada cuatro hectáreas de maíz grano sembrado está modificado genéticamente. Por lo general se utiliza para alimentación animal.