Polonia depende del carbón para generar electricidad, por lo que se resiste a pasarse a energías más limpias y se aisla del resto de la Unión Europea.
Los analistas explican que el firme rechazo de Polonia a los objetivos europeos de reducción de emisiones radica en su dependencia interna del carbón. Datos recabados por la Comisión Europea muestran que Polonia es el mayor productor de carbón duro del bloque.
Actualmente, el país tiene reservas de carbón duro que totalizan más de 16.000 millones de toneladas. Como consecuencia, su dependencia de las importaciones es la más baja del bloque, y más del 90 por ciento de su generación de electricidad se basa en el carbón. «El país simplemente no quiere perder soberanía sobre su propia estrategia energética», dice Daniel Fraile, de Climate Action Network-Europe. «Y no ve cómo puede pasar a un nivel superior de energía renovable. El país depende económicamente de su industria del carbón. Incluso por principio, nunca apoyaría un viraje hacia las fuentes renovables».
Esther Bollendorff, encargada de políticas en Amigos de la Tierra - Europa, nos dice que «la economía polaca está excesivamente basada en el carbón, pero eso no significa que no haya espacio para considerar las energías renovables». «En el país hay una resistencia tremendamente fuerte a considerar una transición energética. Esto se debe en parte a que el gobierno polaco está muy infiltrado por la industria del carbón. Pero también a la personalidad del primer ministro Donald Tusk, que quiere que su opinión se difunda en la UE, solo para mostrar que su país es un actor fuerte», agrega.
Sin embargo, datos recientes señalan que la resistencia a las fuentes renovables puede volverse pronto en contra de la economía polaca. Según la hoja de ruta energética del país, esto es esencialmente porque se espera que el carbón sea el principal combustible usado para generar electricidad hasta 2030.
Aunque la hoja de ruta del gobierno prevé una reducción general del consumo de energía en la economía polaca y una cuota del 19 por ciento de renovables para 2020, se espera que el consumo aumente en un 30 por ciento para 2030.
A consecuencia, si bien Polonia siempre exportó carbón, según datos de la Asociación Europea del Carbón y el Lignito (Eurocoal), en los últimos años se ha convertido en un importador neto de ese producto. Hace dos años, las importaciones de carbón ya equivalían a 13,4 millones de toneladas. «El consumo de energía se incrementa a un ritmo tal que las fuentes internas ya no pueden satisfacer la demanda. Los costos se volverán más altos. Así que el país podría querer reconsiderar qué va a hacer en el futuro», dice Bollendorff.
Polonia se aisló al negarse a descarbonizar sus sistema energético para 2050. Durante las últimas conversaciones entre los ministros de Energía de la UE, sostuvo que no aceptaría los objetivos de reducción de carbono sin que mediara un acuerdo internacional. Pero esto podría resultarle inconveniente, señalan varios analistas.
Los ministros de Energía de la UE se reunieron el 15 de junio en Luxemburgo para discutir la hoja de ruta, una ambiciosa serie de medidas con miras a una producción energética cercana a carbono cero para mediados de siglo. Los ministros de 26 Estados miembros del bloque respaldaron el plan. Solo Polonia se opuso.
En un comunicado oficial, el ministro de Economía dijo que «Polonia no puede aceptar regulaciones relativas a objetivos de reducción para después de 2020 sin alcanzar un acuerdo mundial sobre asuntos climáticos, y no se están implementando tecnologías que reduzcan las emisiones a escala industrial».
En marzo, el país también se negó a apoyar una hoja de ruta para reducir el carbono, que fijaba objetivos en materia de emisiones de gases de efecto invernadero. Según el plan, estas metas se proponían reducir un 25 por ciento para 2020, un 40 por ciento para 2030, un 60 por ciento para 2040 y entre el 80 y el 95 por ciento para 2050. Polonia estuvo de acuerdo con los objetivos para 2050, pero consideró que los pasos intermedios eran innecesarios.
La presidencia danesa de la UE intentó impedir un veto de Polonia, y eliminó toda referencia a la reducción del 25 por ciento para 2020. Polonia se negó de todos modos. En la reunión de junio, Polonia pidió que se redefiniera la palabra «descarbonización» en el documento, para que también representara a las centrales alimentadas a carbón que usan la tecnología de captura y almacenamiento de carbono.
También solicitó que una sección dedicada al apoyo financiero a las fuentes renovables se cambiara a «apoyo financiero para las tecnologías bajas en carbono», a fin de que la energía nuclear y la captura y el almacenamiento de carbono también fueran susceptibles de apoyo. Cuando varios Estados se negaron a aceptar este último cambio, Polonia decidió vetar la hoja de ruta.
A causa de la negativa polaca a aceptar ambos planes, no surgió ninguna conclusión formal de los debates, dado que todas las propuestas de la UE tienen que ser respaldadas por unanimidad. No obstante, como 26 Estados miembro apoyaron fuertemente las iniciativas de carbono cero, el bloque está determinado a impulsar sus ambiciosos planes.
El comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, sugirió en una conferencia de prensa posterior a la reunión que la legislación para los objetivos de emisión en el futuro debería requerir solo un voto de la mayoría. Por su parte el portavoz de la presidencia danesa de la UE dijo: «La resolución fue apoyada por 26 países de la UE, y eso es una clara señal para la Comisión de que puede empezar a trabajar en las propuestas legislativas para 2030».