Polonia cumple su primera década dentro de la UE. Sin embargo, pasear por sus calles sigue siendo para un ciudadano del sur de Europa una miscelánea un tanto extraña, como no ocurre con muchas de las urbes de otros países de la Unión. Un frío casi polar que llega hasta los huesos y un país donde hasta en las avenidas más bulliciosas, el silencio de su gente forma parte de su modo de vida. «La gente en Polonia es discreta», afirma en su blog Anthony Chiu de la Fundación Inna Przestrzeń
A mitad de camino entre un pasado comunista, que parece no querer alejarse definitivamente y donde barrios enteros siguen siendo todo un homenaje a esta etapa reciente de su historia, y un presente que mira con ilusión a un futuro más que prometedor. Polonia es mucho más que un país alejado de las grandes ciudades donde se cocinan las recetas económicas que se aplican a diario, con mayor o menor suerte, en los fogones de la Unión Europea. De hecho, Cracovia o Varsovia poco o nada tienen que ver con capitales como Bruselas, París o Londres.
Pasear por Polonia es darse de cuenta cómo su anteriormente tímida economía y la ausencia de grandes desajustes en este sentido en la última década, han hecho de él un país que crece, que abre tiendas, que explora en nuevas ideas y que invierte en infraestructuras. Y que es capaz de convertirse en el único país de la Unión Europea que, aún no ha entrado en recesión desde que estallara hace ya más de medio lustro una crisis económica que amenaza convertirse en endémica en el viejo continente.
Y es que el territorio polaco no lo ha tenido fácil en su historia más contemporánea, desde 1750 y hasta el fin de la II Guerra Mundial, Polonia ha sido repartida hasta cuatro veces por las potencias circundantes y ha sido objetivo de las destrucciones más cruentas en los grandes conflictos internacionales. Polonia fue repartida, como dicen los polacos. Y todo ello sin a que a nadie le interesaran sus antecedes históricos, los lazos económicos que se podían romper, las consecuencias sobre una población a la que no se le consultaba nada y era obligada a traslados forzosos, emigraciones e incluso matanzas de carácter étnico y/o religioso.
Paulatino crecimiento económico desde 2004
Polonia, tímida y silenciosa, ha conseguido recuperarse. Sin duda, su ingreso en la Unión le ha ayudado sobremanera. Muchos son los que comparan su aumento en la calidad de sus servicios e infraestructuras con el de España cuando decidió entró en el conglomerado europeo. Y es que, desde que Polonia se adhirió en mayo de 2004 a la UE, ha recibido 82.000 millones de euros de los fondos estructurales europeos y en el período 2014-2020 recibirá una cantidad similar, lo que ayudara a que nuevos y numerosos contratos y licitaciones, se financien con estas ayudas.
En 2008, cuando Lehman Brothers se declaró en quiebra y el apocalipsis hizo su aparición estelar en la UE y, en especial en la zona euro, el país que preside Bronisław Komorowski creció un 5%, y en 2011, en los puntos más álgidos de esta pesadilla económica, hizo lo propio en un 4%. En la actualidad, cuando la recuperación económica europea sortea cómo puede el peligro de una tercera recesión, el Fondo Monetario Internacional (FMI), asegura que el país crecerá un 3% este año y una cifra similar en 2015, siendo el único país de la Unión con semejantes tasas, incluso mejor que Alemania, salvando las distancias.
La tímida Polonia, situada en el extremo este de la Unión, decidió en su día preservar la independencia de su política monetaria, no sin ello cumplir una serie de requisitos establecidos previo a su incorporación. Polonia en estos diez años ha decidido no aplicar medidas extremas, ni confiar en productos o sectores, de los llamados «burbuja» en algunos países. Ha aplicado devaluaciones que han aumentado la competitividad de sus exportaciones y sus proyectos más importantes han versado sobre la energía renovable y la mejora de la red eléctrica, las canalizaciones del agua, las carreteras y ha modernizado sus ferrocarriles.
También ha estancado su deuda en el 57% de su PIB, bajar el paro al 8,3%, casi tres veces menos menos que en la época pre-UE, un aumento de las exportaciones del 11% hasta los 7.000 millones de euros -los productos españoles acaparan el 50% de esas exportaciones- y colocar sectores como automóviles, aviones y barcos, químicos, caucho, alimentos y dispositivos mecánicos y electrónicos, en su particular top ten comercial.
También ha subido su salario mínimo, 400 euros, mientras que el salario medio de un profesional se sitúa en 923 euros, sus precios son de los más bajos del continente. Algo que también llama cada vez más la atención a los inversores.
Las temidas agencias de calificación de riesgo como Moody´s, S&P y Fitch sigan otorgándole una calificación de A, e incluso la primera una más que notable AA.