Pero las expectativas sobre ese encuentro son bajas, dice Jayantha Dhanapala, exsubsecretario general de la ONU para asuntos de desarme.
A menos que el desarme se convierta en una prioridad para los estados que poseen estos arsenales, los discursos y las reuniones por sí solas no van a cambiar los grandes peligros que plantean estas armas de destrucción masiva, nos aclara.
«Es esencial que se decida ilegalizar las armas nucleares del mismo modo que las biológicas y las químicas», dice Dhanapala, que es presidente de las Conferencias de Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales, que en conjunto ganaron el premio Nobel de la Paz 1995 por sus esfuerzos sobre el desarme nuclear.
«El tiempo para iniciar las negociaciones sobre una Convención de Armas Nucleares no es mañana, sino ahora», enfatiza.
Se espera que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien sostiene que el desarme atómico es una de sus principales prioridades, llame a «un mundo libre de armas nucleares» en la reunión programada para el 26 de este mes.
Al ser consultado sobre sus expectativas en la reunión de alto nivel, Alyn Ware, integrante de The World Future Council y consultor de la Asociación Internacional de Abogados Contra las Armas Nucleares, dijo a IPS: «Puede ser un ejercicio inútil si los gobiernos, incluidos los no nucleares, no lo tratan con seriedad».
Ware señaló que los estados no nucleares deberían participar al máximo nivel, y formular fuertes declaraciones señalando que la seguridad de todos en el siglo XXI requiere la abolición de las armas atómicas, lo que significa que es un «bien mundial del máximo orden».
Según él, también deberían comprometerse a dedicar mayores recursos y esfuerzo político para desarrollar los componentes de un mundo libre de armas nucleares a través del Grupo de Trabajo de Composición Abierta, al cual los estados atómicos tienen la obligación de unirse.
Actualmente hay cinco estados declaradamente nucleares: Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia y China, todos ellos miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Y también hay tres no declarados: India, Pakistán e Israel.
Mientras, Corea del Norte estaría avanzando en el desarrollo de armas nucleares; ya ha realizado tres ensayos.
Las tres potencias atómicas no declaradas se han negado a firmar el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), en contraste con las cinco declaradas, que son partes de ese documento.
Dhanapala aclara que nueve países –cinco dentro del TNP y cuatro fuera- poseen un total de 17.270 ojivas nucleares, 4.400 de ellas ya colocadas en misiles o ubicadas en bases, listas para ser lanzadas en minutos.
Solo Estados Unidos y Rusia tienen 16.200 de estas ojivas, destaca.
Y pese a los horrores de Hiroshima y Nagasaki, los riesgos de que se vuelvan a usar bombas atómicas–a propósito o por accidente, por estados o actores no estatales- son enormes, añade.
«Los resultados serían catastróficos para toda la humanidad», alerta Dhanapala.
Por su parte, Ware dice que se debería crear una zona libre de armas nucleares en el nororiente de Asia.
Mientras, Estados Unidos podría ejercer una diplomacia más efectiva para hacer que los estados árabes e Israel participen de buena fe en la propuesta Conferencia de las Naciones Unidas sobre un Medio Oriente Libre de Armas Nucleares y Otras Armas de Destrucción Masiva, explica.
Los países árabes reclaman condiciones que son inaceptables para Israel, así que ambos necesitan ejercer cierta flexibilidad, observa.
Los estados no nucleares podrían usar el Grupo de Trabajo de Composición Abierta, siempre y cuando se renueve su mandato, para iniciar los trabajos preparatorios sobre las piedras fundacionales de un mundo libre de bombas atómicas (basado en la Convención Modelo sobre Armas Nucleares que hizo circular el secretario general) independientemente de que los estados nucleares se unan o no a ese grupo en un futuro cercano.
Dhanapala nos dice que la primera Sesión Especial de la Asamblea General Dedicada al Desarme se celebró en 1978 como resultado directo de la cumbre de líderes mundiales del Movimiento de No Alineados realizada ese año en Colombo. Era un periodo de impasse en la Guerra Fría y se adoptó una Declaración Final de largo alcance.
Ninguna reunión multilateral ha estado a la altura de ese destacable consenso sobre conceptos fundamentales logrado hace 35 años, especialmente sobre la prioridad del desarme nuclear. «Aún hoy, la maquinaria multilateral de desarme establecida por la primera Sesión Especial está gravemente desorganizada», critica.
El único organismo negociador multilateral, la Conferencia sobre Desarme, no ha negociado tratados ni ha adoptado un programa de trabajo desde 1996, según Dhanapala.
La Comisión de Desarme se reúne cada año sin que en los últimos 14 se haya acordado ningún texto. Y el Primer Comité de la ONU, que trata temas de desarme, todavía está produciendo una resolución tras otra con poco impacto, añade.
Aunque persiste el espejismo de un mundo libre de armas atómicas, «el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares no ha entrado en vigor, la prometida conferencia sobre Oriente Medio como zona libre de armas de destrucción masiva no se ha realizado y las conversaciones bilaterales Estados Unidos-Rusia sobre desarme ni siquiera han comenzado», lamenta Dhanapala.
Los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han reconocido la necesidad de un cambio radical, y sus partidarios se han resistido a las demandas del Movimiento de No Alineados a propósito de una cuarta sesión especial sobre desarme en la Asamblea General de la ONU.
Para Dhanapala la reunión del 26 de este mes debería marcar el inicio de un proceso de desarme nuclear.