El próximo 31 de octubre seremos 7.000 millones de personas sobre la Tierra, de las que 893 millones tendrán más de 60 años, una cifra que crece a pasos agigantados A mitad de este siglo serán 2.400 millones. Los menores de 25 años representan el 43% de la población y en algunos países llegan al 60%. Toda esa población tiene una tendencia clara, vivir en las ciudades.
Ahora, uno de cada diez habitantes del planeta vive en una ciudad, dentro de 35 años serán dos de cada tres. José Miguel Guzmán Molina, del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en España, dijo en la presentación del informe El estado de la Población mundial 2011 que el problema no es de espacio sino de recursos.
Cuando nació Adnan Nevic, en junio de 1999 en Bosnia-Herzegovina, fue celebrado como el «bebé seis mil millones», y recibió una visita del entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan. Para el 31 de este mes, la ONU predice que nacerá la persona número siete mil millones en un planeta que está hasta los botes.
A juzgar por las tendencias demográficas, la niña o el niño que lleve a la población mundial a cruzar el umbral de los siete mil millones, nacerá en África o en Asia. Pero la ONU no está dispuesta a poner la mano en el fuego prediciendo el continente y menos identificando al supuesto recién nacido, como pasó con Nevic.
Cuando se le pidieron más datos sobre ese nacimiento, el portavoz del foro mundial Martin Nesirky dijo que el acontecimiento hay que relacionarlo con los siete mil millones de personas considerados como un todo y con la forma en que el mundo puede acogerlo y permitirle vivir con dignidad.
Mientras el aumento demográfico se mide sobre todo en cuanto a su impacto en la seguridad alimentaria, los recursos, la salud reproductiva, las migraciones internacionales, el desempleo y la sostenibilidad ambiental, el director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Babatunde Osotimehin, prefiere verlo de un modo más positivo. «Somos siete mil millones de personas con siete mil millones de posibilidades», dijo este miércoles en la presentación del informe anual del UNFPA, Estado de la Población Mundial 2011. En lugar de preguntar «¿somos demasiados?», deberíamos preguntarnos «¿qué podemos hacer para mejorar nuestro mundo?».
El informe señala que el umbral de siete mil millones está jalonado de logros, retrocesos y paradojas. Las mujeres, en promedio, tienen menos hijos que en la década de 1960 aunque la fertilidad sigue en ascenso.
Y en forma global, la gente es más joven, y más vieja, que nunca, dice el documento indicando otra paradoja. «En algunos de los países más pobres, la elevada fertilidad frena el desarrollo y perpetúa la pobreza, mientras que en los más ricos, la baja fertilidad y el escaso número de personas que llega al mercado laboral son problemas que van en aumento», señala.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, era de la misma opinión cuando dijo que el ciudadano número siete mil millones nacería en un mundo lleno de contradicciones. «Tenemos alimentos en abundancia, y sin embargo hay millones de hambrientos. Vemos lujosos estilos de vida, y hay millones de pobres. Contamos con grandes oportunidades de progreso, pero también con grandes obstáculos», dijo Ban. «Esos son los desafíos que debemos y podemos superar», agregó. «Si invertimos en la gente recogeremos los mejores dividendos».
Pero, ¿está la comunidad internacional haciendo las inversiones correctas, por ejemplo en educación y salud reproductiva? La trágica respuesta es no, afirma Barbara Crossette, autora principal del informe de UNFPA y ex jefa de la corresponsalía del diario The New York Time en la ONU. «La cuestión no es si el mundo va hacia un volumen de población insostenible, como si esto pasara per se, sino por qué más de 17 años después de la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo, en 1994, las promesas no han beneficiado a las mujeres en algunos de los lugares más pobres, donde nacerá la mayor parte de la población de este siglo», dijo Crossette.
Esas mujeres, que saben bien cómo les afecta personalmente tener muchos hijos, lo difícil que les resulta educarlos y alimentarlos y conseguir agua y comida, no tienen las opciones que las mujeres que viven en países más ricos, agregó.
»Se estima que más de 215 millones de mujeres quieren tener acceso a una planificación familiar y más control sobre sus vidas reproductivas y su salud. Cientos de miles mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto, que son completamente evitables, pero no tienen acceso a anticonceptivos por muchas razones», dijo Crossette.
La periodista llevó a cabo toda la investigación para el informe viajando personalmente a China, India, Egipto, Etiopía, Nigeria, México, Macedonia y Finlandia.
Si se mantienen las tendencias de natalidad, la humanidad sumará más de nueve mil millones antes de 2050 y pasará de 10.000 millones para fines de siglo, según estimaciones de la ONU. «En el transcurso de mi vida, vi triplicarse la población mundial. Y dentro de 13 años veré otros mil millones más», dijo Osotimehin, exministro de salud de Nigeria. Para crear un mundo sostenible y pacífico, agregó, «debemos invertir con sabiduría».
»Mediante inversiones en salud, educación y cambio hacia una economía verde podemos mejorar el bienestar humano y nuestro planeta. Cuando las vidas mejoran, la tendencia demográfica ascendente se atenúa», dijo.
A la pregunta de si la ONU va en la dirección correcta, Crossette nos dijo que «institucionalmente, la ONU y sus principales agencias actúan bien con sus análisis y recomendaciones». Pero las naciones miembros y los gobiernos no siempre han convertido esas ideas en acción, apuntó.
»La interacción entre población y desarrollo en el más amplio sentido y en sus muchas facetas debe considerarse urgente, sobre todo respecto de las mujeres y el lugar que ocupan en cada aspecto de la sociedad», añadió la periodista.
En sus viajes alrededor del mundo este año, «conocí mujeres que aún desean una familia numerosa, o que son persuadidas de tener más hijos por sus parejas, cultura o presiones familiares», dijo. «Pero conocí muchas más que dicen que dos, tres o hasta cuatro hijos habría sido ideal, cuando ellas tienen cinco, seis o más, y lloran porque las vidas de sus hijas no serán diferentes de sus penurias cotidianas».
Demos a una generación de mujeres en todo el mundo la atención que les prometimos en la conferencia de El Cairo y los instrumentos que necesitan para ejercer sus derechos y opciones, y ellas disminuirán la natalidad por sus propias razones, no por las metas ni necesidades demográficas nacionales, que el mundo abandonó hace décadas, dijo.
Incluso China está reconsiderando su política del hijo único, según Crossette, a la vista de que cuando las mujeres tienen una buena atención de salud reproductiva, oportunidad de educarse y tiempo para asumir actividades económicas que beneficien a sus familias y comunidades, la natalidad cae rápidamente y sin la coerción del control de natalidad.
Taiwán, por su parte, ha logrado bajar la natalidad más que China y más rápidamente sin medidas coercitivas, igual que otras muchas naciones asiáticas que aplicaron programas de planificación familiar.
El crecimiento económico, apuntó Crossette, está antes y después de esos cambios. Escuchar a las mujeres, ayudarlas, debería ser la gran prioridad de los próximos años, y hay que empezar ya. Ellas son la clave para estabilizar la demografía humana, por su propio y personal interés. IPS