Una historiadora local, Catherine Corless, ha desvelado un secreto que se mantenía oculto desde 1975 cuando se localizaron los restos de los niños y que ella relaciona con los datos descubiertos durante una investigación sobre los archivos del convento. Corless contabilizó las partidas de defunción de 796 niños, de entre dos días y 9 años, a lo largo de 36 años. Los expertos creen que la mayoría murieron por enfermedades relacionadas con las malas condiciones higiénicas del convento de Bon Secours, lugar en el que se encontraron los cadáveres hace casi cuatro décadas. Una mujer de 85 años, que pasó cuatro durante su juventud en esa institución religiosa, ha explicado que las mujeres internadas vivian en condiciones miserables, y la malnutrición, la neumonía o la tuberculosis eran habituales en el centro.
Estos datos y el hecho de que en los años 70 se descubriera un depósito de agua cercano al convento con cadáveres en su interior, hacen sospechar que la muerte muchos de esos niños no fue casual. De hecho, uno de los parientes de las mujeres internadas ha presentado una denuncia formal para obligar a que se realice una investigación oficial.
El gobierno todavía no ha anunciado si se abrirá esa investigación, pero el secretario de Estado de Educación irlandés, Ciarán Cannon, ha declarado que este hecho «se ha convertido en un horrible relato del maltrato, negligencia y completa abdicación de toda responsabilidad en el cuidado de menores muy vulnerables. Y nos plantea preguntas que no pueden ser ignoradas».
No es el primer escándalo de este tipo que sacude a la sociedad irlandesa. El año pasado el gobierno anunció que concedería compensaciones económicas a 600 mujeres supervivientes de las denominadas lavanderías de la Magdalena, donde se había obligado a trabajar sin sueldo a numerosas jóvenes pobres o víctimas de abusos sexuales, que habían sido trasladadas a ese centro religioso situado en la capital irlandesa. En los años noventa se descubrieron unos 155 cadáveres enterrados en el que fuera centro de acogida de mujeres gestionado por la iglesia católica.
En enero de este año, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó al gobierno irlandés por no proteger suficientemente a los niños de abusos sexuales en escuelas católicas. El tribuntal consideró que el estado no había ofrecido la obligada protección a los menores que sufrieron esos castigos durante la década de los setenta.