A menos de dos años de que termine el plazo en que deben cumplirse los Objetivos del Milenio establecidos por Naciones Unidas en el año 2000, la educación y la igualdad de género siguen siendo un reto para la comunidad internacional. La cifra de escolarización es especialmente dramática entre las niñas, lo que reduce las posibilidades de cambio social hacia la igualdad de género. La mejora de la accesibilidad, la calidad en la educación y la reducción de los matrimonios tempranos son todavía asignaturas pendientes para los líderes mundiales.
Actualmente 39 millones de niñas entre 15 y 19 años no acuden a la escuela. Aunque en los últimos años las cifras de escolarización femenina en la educación secundaria han mejorado, ésta se ha visto sesgada por la distribución desigual de la riqueza. En países como Etiopía o Mozambique el 40% de las adolescentes de clase acomodada logra terminar sus estudios secundarios, pero esta cifra cae vertiginosamente hasta el 1% en el caso de los sectores más pobres de la población. Unas cifras especialmente preocupantes porque la adolescencia es un momento crucial en el desarrollo de la persona, y donde las pautas sociales marcan el futuro de las niñas.
Por qué fracasa la educación secundaria
A diferencia de la educación primaria que suele ser gratuita en la mayoría de los países, la educación secundaria supone un gran gasto para las familias, que en muchas ocasiones no pueden asumir. En Ghana, el 46% de los niños entrevistados por la ONG Plan, coincidieron en que no pueden afrontar las tasas de escolarización, así como los gastos de los uniformes y del material escolar.
La falta de nutrición de muchos de estos adolescentes y la necesidad de hacer compatibles los estudios con trabajos difíciles, durante largas jornadas, les impide tener un rendimiento adecuado en el colegio, y en muchas ocasiones les hace abandonar la escuela. Esto afecta especialmente a las niñas, ya que como ocurre en Mozambique, en muchas ocasiones llegan a ejercer la prostitución para poder seguir estudiando.
«Mi profesor de matemáticas me pidió que mantuviéramos una relación pero yo no quería. Ir al colegio se convirtió en un calvario para mí porque hiciera lo que hiciera siempre recibía un castigo por su parte. Esta fue una de las razones por las que dejé de ir al colegio», explica una adolescente de Sierra Leona. Y es que los abusos sexuales cometidos por profesores son algo más habitual de lo que podría parecer. Sólo en Ghana el 75% de los niños cita a sus profesores como los principales responsables de los embarazos prematuros de las adolescentes que van al colegio. Y en Liberia, el 61% de los niños entrevistados por Plan afirmó haber conocido al menos un caso de este tipo en los dos últimos anos. Esta es una de las razones que más desaniman a los padres a la hora de permitir que sus hijas continúen la educación secundaria.
El matrimonio se convierte en la alternativa para estas niñas, que deben ayudar a sus familias económicamente. No deben olvidarse las prácticas sociales a la hora de evaluar las causas que llevan a millones de niñas a abandonar la escuela secundaria y a casarse antes de los 18 anos. Muchos padres consideran que de esta forma protegen a sus hija, especialmente, de sufrir abusos.
Matrimonios prematuros: un paso atrás en el camino a la igualdad
Los matrimonios prematuros son un problema global. Si en el sur de Asia una de cada dos niñas se casa antes de cumplir los 18 anos, en África Occidental este porcentaje sólo cae hasta el 37% y castiga al 29% de la población femenina en Latinoamérica y América Central. En el ano 2012 el 11% de los adolescentes en países de la UE contrajeron matrimonio antes de cumplir la mayoría de edad.
A pesar de que esta no es sólo una cuestión de género, los matrimonios forzosos afectan a las niñas de forma desproporcionada respecto a los varones, que normalmente están obligadas a casarse con personas que les doblan la edad. «Me casé con 16 años y a los ocho meses tuve a mi primer hijo. Me puse muy enferma y lo pasé muy mal durante el embarazo. El bebé nació con muchos problemas», cuenta Sabita de Nepal. Y es que entre el 25 y el 50% de las adolescentes que contraen matrimonio tiene a su primer hijo antes de cumplir la mayoría de edad. El parto es una de las principales causas de mortalidad mundial en las jóvenes de entre 15 y 18 años.
El programa «Educación Primero» de Naciones Unidas, califica el matrimonio prematuro como el principal obstáculo para la educación de las niñas, ya que tiene un fuerte impacto en su desarrollo personal y social. De esta forma la falta de educación y el matrimonio prematuro son conceptos que se retroalimentan y perjudican a la sociedad en su conjunto.
UNICEF considera que los matrimonios forzosos infantiles y la falta de cualificación de un sector importante de la población ralentizan el crecimiento de un país porque reduce su capacidad de competir en mercados extranjeros. La falta de competitividad disminuye los ingresos del estado, cuyas arcas también se ven afectadas por la falta de recaudación de impuestos suficientes para que crezca el país. Esta situación cambiaría radicalmente si las mujeres se incorporaran al mercado laboral.
Invertir en educación es invertir en igualdad
Sin duda, la educación se convierte en este punto en el factor más importante para impulsar el cambio, hacia una sociedad que respete los derechos de todos sus ciudadanos. Es muy importante concienciar a padres, profesores y gobernantes de la necesidad de construir una educación basada en la igualdad de género.
La Oficina de Plan en la UE estima que una educación de calidad reduce los casos de matrimonios prematuros, la mortalidad infantil y materna, así como la posibilidad de que los jóvenes contraigan enfermedades de transmisión sexual. También disminuirían los casos de violencia de género. Sólo en Kenia un 61% de las mujeres que no acudió a la escuela considera justificada la violencia ejercida por el hombre hacia su esposa en las discusiones que se desencadenan en el seno de la pareja, frente al 27% de las mujeres que lograron terminar la educación secundaria.
La UE debe asumir su liderazgo en la batalla por la igualdad
La UE y bajo el marco de acción de Naciones Unidas, debe seguir trabajando para conseguir este objetivo: ofrecer una educación de calidad que transforme los roles de género sobre los que se asienta actualmente la formación reglada en muchos países.
Según Plan, es importante que la Comisión Europea aliente a los líderes de países en desarrollo a que ofrezcan una educación primaria y sobre todo, una educación secundaria de calidad, en la que se implanten programas para reducir la violencia sexual en las escuelas. Esta es ya una de las prioridades del Servicio de Acción Exterior de la UE, que sólo en 2012 consiguió escolarizar a más de 23.000 niños en todo el mundo, y que mantiene activas alrededor de 60 estrategias de acción en sus diferentes delegaciones.
La concienciación y formación de padres, profesores y cuerpos de seguridad del estado resulta imprescindible para las delegaciones de la UE en el exterior. En los proyectos de colaboración de esta institución con Save the Children en Afganistán, la policía recibe una formación específica para proteger los derechos de los niños
Plan pide a la UE que invierta en programas que obliguen a los países en desarrollo a cumplir sus legislaciones sobre la edad legal de contraer matrimonio. Además, es importante ofrecer alternativas a los matrimonios prematuros, ya que si se presentan otras opciones como trabajos a tiempo parcial que sean compatibles con los estudios, los propios adolescentes y sus familias se mostrarán más flexibles para retrasar la edad en que sus hijos contraigan matrimonio. Pero las jóvenes que ya se casaron cuando eran adolescentes no deben caer en el olvido de las autoridades, por lo que es muy importante seguir invirtiendo en programas de educación para ellas.
La elaboración de censos y de registros civiles que acrediten la fecha de nacimiento de las menores es fundamental para demostrar ante las autoridades locales la edad real de estas adolescentes, ya que en muchos países, donde los matrimonios forzosos son una práctica habitual, la legislación los prohíbe.
Para las organizaciones humanitarias, a pesar de la crisis, la UE debe mantener su apoyo financiero a todos estos programas destinados a las mujeres jóvenes, porque lo que no se haga en la actualidad afectará a las próximas generaciones.