Conservadores, socialistas, liberales y verdes de las dos comunidades han sellado el pacto, que supone «la mayor reforma del Estado desde la Segunda Guerra Mundial», en palabras del líder liberal francófono.
Los detalles no se conocerán hasta el próximo martes, pero se ha anunciado que la reforma institucional afecta a todos los ámbitos, desde la transferencia de competencias del Estado federal a las regiones, hasta la celebración de elecciones, el uso en determinados distritos del francés o el flamenco hasta los asuntos de seguridad civil y servicios de bomberos.
Formalmente el pacto desbloquea las negociaciones para permitir que Bélgica tenga un nuevo gobierno, tras 500 días con un ejecutivo en funciones. Sin embargo, además de flecos pendientes, ahora queda por delante la negociación política hasta decidir qué partidos entrarían a formar parte del gabinete.
Las dificultades por las que atraviesa el banco Dexia pueden haber dado el impulso definitivo para llegar a un acuerdo. La situación financiera de la entidad ha provocado que la agencia de calificación Moody's advierta a Bélgica de que podría bajar la nota de su deuda.