El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha comprometido a seguir trabajando con la UE para superar la crisis financiera de la eurozona. Tras entrevistarse en Lisboa, donde asiste a la cumbre de la OTAN, con el primer ministro portugués, José Sócrates, Obama ha dicho que apoya los esfuerzos de Portugal, es decir, el duro paquete de medidas económicas impuesto para reducir el déficit y la deuda.
La declaración del presidente estadounidense es llamativa porque se produce en plena proceso de rescate irlandes y tras haber recibido duras críticas en las últimas semanas de algunos líderes de la UE por la decisión de la Reserva Federal de inyectar 600.000 millones de dólares en la economía norteamericana, una medida que los 27 temen que contribuya a devaluar el dólar y dejar el euro en peores condiciones de competir en los mercados.
Previsiblemente mañana se hablará de ello en la reunión que Obama mantendrá, por primera vez, con el presidente del Consejo europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión europea, José Manuel Durao Barroso, una cita prevista para la pasada primavera durante la presidencia española de la UE y suspendida por la Casa Blanca por problemas de agenda.
Lo que debería ser una cumbre transatlántica será una charla de apenas dos horas y no en Bruselas, como quería la UE, sino aprovechando la estancia de Obama en Lisboa para la cumbre de jefes de Estado o de gobierno de la Alianza Atlántica.
Barroso ha dicho que le gustaría obtener resultados concretos sobre crecimiento y empleo, por ejemplo, retirando obstáculos legislativos para las empresas, y dando continuidad a las decisiones adoptadas por el G20 en Seúl. Pero la agenda incluye además discusiones sobre las respectivas posiciones ante la cumbre sobre el clima de Cancún (México), tras las diferencias que hicieron fracasar la anterior cumbre de Copenhague, y la cooperación en temas de seguridad, especialmente, el diseño de una estrategia transatlántica contra el cibercrimen.