Cuando llegaron a la Antártida las olas ya no tenían una gran altura, apenas unos 30 centímetros, pero fueron lo suficientemente potentes como para romper el hielo. El trozo más grande tiene una superficie de unos 6,5 por 9,5 kilómetros y unos 80 metros de espesor. Los icebergs se produjeron en una zona en la que hace 46 años que no se había roto el hielo.
Los datos que el satélite de la ESA ha estado enviando a la Tierra han servido a los científicos para establecer un mapa bastante detallado de las deformaciones que el terremoto produjo en la superficie de Japón.
Comparando los datos del 19 de febrero con los del 21 de marzo se ha podido detectar en la isla de Honshu un desplazamiento en la costa de 2,5 metros hacia el este y hacia abajo. Los científicos utilizan una técnica conocida como InSAR -interferometría de radar de apertura sintética- que compara las imágenes de radar antes y después en una misma ubicación desde la misma posición en el espacio de forma que se puede detectar el movimiento del suelo hasta en unos pocos milímetros.
Su radar de apertura sintética puede capturar imágenes en todas las condiciones meteorológicas y de iluminación lo que lo convierte en un elemento esencial para la observación de las zonas polares.
El Envisat tarda treinta días en completar su órbita, recoge continuamente imágenes de la Antártida que se pueden observar en el sitio MIRAVI de la ESA.