La Unión Europea no ha sido capaz de dotar de suficiente contenido económico al cortafuegos que creó, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Los países emergentes no han querido saber nada de poner dinero, y el castillo en el aire que se montó pensando en el billón de dólares que tendría para rescatar a las economías europeas en peligro se está desmoronando.
Europa necesita fondos y no sabe de donde sacarlos. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, está hoy en el Parlamento Europeo para discutir el informe de la actividad de la entidad europea en 2010.
El informe da el visto bueno a la actuación del BCE, en la que se incluye la compra de deuda de países de la eurozona en el mercado secundario, pero lo más probable es que se termine hablando de la situación actual, en un Europarlamento bastante caldeado en el que ni siquiera los europarlamentarios del Partido Popular Europeo avalan la negativa de la canciller alemana a que el BCE compre deuda europea de forma masiva.
Todo esto se produce un día después de que los principales bancos centrales del mundo acordaran facilitar liquidez al sistema financiero global y reducir la tensión que la crisis de deuda en la eurozona está llevando a límites insostenibles.
Por su parte el vicepresidente de la Comisión Europea, el español Joaquín Almunia, prorrogará este jueves el régimen que permite a los Gobiernos nacionales dar ayudas públicas a los bancos. Esta medida se puso en marcha en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers y expira este año. Pero la situación de la deuda ha empujado a Almunia a prorrogarla un año más.
Según los cálculos de la Autoridad Bancaria Europea, los bancos griegos y españoles son los que más necesitan capital adicional. La condición de la CE será que los bancos que reciban ayuda deberán reestructurarse, algo que se lleva escuchando en Europa desde hace tiempo pero que no acaba cristalizar.
Y en la disyuntiva que planteaba este miércoles el comisario de Asuntos Monetarios, Ollie Rehn, de que la unión económica y monetaria «deberá completarse a través de una integración mucho más profunda o tendremos que aceptar una desintegración gradual después de medio siglo de integración europea» se espera esta tarde que el presidente francés Nicolás Sarkozy hable.
En el mismo lugar en el que en septiembre de 2008 llamó a movilizarse contra la crisis financiera, la ciudad de Toulón, se espera que se refiera a la necesidad de una mayor integración europea que podría pasar porque todos los países acepten la regla de oro en sus Constituciones y que la toma de decisiones en el Consejo Europeo sea por mayoría cualificada en lugar de por consenso como hasta ahora.
Mañana viernes quien habla es la canciller alemana, Angela Merkel, ante el Parlamento de su país.
Así se llegará a la cumbre histórica de los líderes europeos a finales de la próxima semana en la que tendrán que tomar importantes decisiones, poner en marcha un cortafuegos suficientemente creíble y reforzar la gobernanza económica.