RÍO DE JANEIRO, (IPS) - La incorporación de Venezuela al Mercosur, concretada este martes en Brasilia, marca una nueva configuración geopolítica continental, más allá de que algunos la consideren un avance estratégico y económico y otros un «retroceso democrático».
El presidente de Uruguay, José Mujica, ha definido el ingreso de Venezuela en calidad de miembro pleno del Mercosur (Mercado Común del Sur) como la escritura de «la historia del futuro» en la que a los empresarios tendrán que sumarse a los que «andan de camisa y ojotas», es decir los trabajadores.
Por su parte, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, prefiere ilustrarlo con una metáfora literaria sobre la novela «Cien años de soledad», del colombiano Gabriel García Márquez. En su discurso en la cumbre del bloque creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Fernández comparó esa soledad de 100 años con la que enfrentaron los países sudamericanos en las últimas décadas, por la irrupción de dictaduras militares y después con la aplicación de políticas económicas de corte neoliberal que dejaron «millones de excluidos». «Hoy representamos la fuerza social de nuestros pueblos que se juntan para mostrar que la soledad se ha terminado», dice, al reforzar en Brasilia que los gobiernos que integran el Mercosur ahora son «parte de proyectos colectivos y no individuales».
En su turno de discursos, la economista Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, saca cuentas. «Considerando a los cuatro países más ricos del mundo: Estados Unidos, China, Alemania y Japón, el Mercosur sumado es ahora la quinta economía del mundo», explicó en la reunión de la que también participó Hugo Chávez, presidente del flamante quinto miembro. Con Venezuela, el bloque pasó a contar con 270 millones de habitantes, que equivalen a 70 por ciento de la población de América del Sur, un producto interno bruto que ronda los 3,3 billones de dólares, que es 83,2 por ciento del subcontinente, y un territorio de 12,8 millones de kilómetros cuadrados.
Paraguay, el otro miembro fundador del Mercosur, está suspendido de todos los organismos por decisión de la cumbre del 29 de junio en Mendoza, Argentina, debido a la destitución del presidente Fernando Lugo en un juicio político relámpago del parlamento, que lo sustituyó por Federico Franco, hasta ese momento vicepresidente. Fernández, Rousseff y Mujica entendieron que los hechos presentaban irregularidades tales que correspondía aplicar la cláusula democrática del Mercosur hasta que se recompusiera la institucionalidad con las elecciones de 2013.
Williams Gonçalves, experto en relaciones internacionales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, precisa que Venezuela, como uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo, permitirá al bloque aumentar su capacidad de negociación en el ámbito internacional. Mientras, el economista Adhemar Mineiro, del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Económicos, indica que se deben reforzar proyectos ya contemplados, como el de un gasoducto que cruce América del Sur, desde Venezuela a la Patagonia argentina. «Además, la entrada de Venezuela puede aproximar el Mercosur a otros productores de energía de la región, como Bolivia, potencia en gas natural, y Ecuador, también con abundantes reservas de hidrocarburos». Y destaca que desde el punto de vista alimentario, Venezuela se beneficiará de la integración con Argentina, Uruguay y Brasil, grandes productores.
Mineiro resalta que la adhesión venezolana, más allá de que es un interesante mercado para sectores de la industria brasileña, tiene su mayor valor en que prácticamente todo el territorio sudamericano con costas sobre el océano Atlántico «pasa a ser parte de un solo bloque geopolítico», lo cual tendrá «implicaciones estratégicas», militares, de infraestructura de transportes y de pesca, entre otras. De ese territorio deben exceptuarse Colombia, que limita al norte con el mar Caribe, y los pequeños Guayana Francesa, Guyana y Surinam, con costas sobre el Atlántico. «Según como se desarrollen las relaciones entre el Mercosur y los países de la costa atlántica de África, (este nuevo bloque geopolítico) puede ayudar a alterar toda la situación del Atlántico sur».
Para Adhemar Mineiro, del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Económicos, el mayor reto reside en que «las elites conservadoras de Argentina, Brasil y Uruguay perciban que el proceso es de integración de estados nacionales y no de gobiernos». El historiador Marcelo Carreiro, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, destaca que el ingreso de Venezuela contribuirá a la «ya notable independencia energética de la región». Pero, más allá de beneficios económicos puntuales, Carreiro considera relevante una posible apertura del bloque a los países caribeños y centroamericanos, con «Caracas actuando como intermediario». Se «dinamiza el bloque a través de su mayor participación global, que puede ser fundamental para la estancada experiencia de integración regional».
Las diferencias entre las fuentes consultadas surgen desde el punto de vista político. Mientras Gonçalves cree que Venezuela contribuye «a dar más consistencia ideológica al Mercosur, con mayor importancia en los aspectos sociales y no solo comerciales», otros analistas ven el peligro, precisamente, en esa posible agrupación de corrientes de pensamiento. Marcos Azambuja, del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales, opina que, si bien Venezuela es un «socio deseable» económicamente, no lo será hasta que supere sus problemas de «democracia imperfecta», que define como la no alternancia de partidos en el poder. «El Mercosur quiere relaciones con el mundo. ¿Cómo podemos ver al Mercosur con Venezuela negociando con Europa?».
Similar análisis hace Clóvis Brigagão, director del Centro de Estudios de las Américas de la Facultad Candido Mendes. A Brigagão le preocupa lo que considera el inicio «de un perfil gradualmente bolivariano» del Mercosur, al que, con el empujón de Venezuela, podrían incorporarse Ecuador, Bolivia y Nicaragua. «En términos prácticos, el Mercosur se beneficia de la entrada de Venezuela desde el punto de vista geopolítico, con riquezas como el petróleo, pero en el político es un retroceso». La unión de los conceptos de economía e ideología es un cambio fundamental, opina João Pedro Stédile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra de Brasil y de la red internacional La Vía Campesina, que añade que con Venezuela, se abren las puertas para que el Mercosur pueda abarcar también a Ecuador, Bolivia y, más tarde, a Colombia, Perú y Chile. Y así finalmente se transforme «en un mercado común, con la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) como su brazo político».