Su obra poética parte de un formalismo clásico en el que introduce cierto aire de tango (mezcla de su origen porteño con el cosmopolitismo de su residencia en París), un campo ideal para experimentar con el lenguaje y probar las nuevas estructuras que después desarrolló en su prosa. Cortázar volcaba su intimidad en la poesía, cuya escritura consideraba una actividad privada («es lo más mío», decía). Incluso escribía sus poemas a mano, a diferencia de sus cuentos y novelas, para los que utilizaba la máquina de escribir.
Todos los cuentos, el cuento
En muchos de sus cuentos Cortázar transmite al lector una extraña sensación, al introducir el sueño en la realidad hasta confundirse con ella. El autor va de uno al otro lado, del sueño a la realidad, hasta fundir ambas orillas (...para entender el mundo del axolotl me convierto en axolotl; convertido en axolotl no puedo entender el mundo del observador).
Julio Cortázar ha sido el mejor escritor de cuentos del siglo XX. Una evidencia poco discutida después de haber leído los relatos que componen sus nueve cuadernos. Su primer libro, La otra orilla, recopila los cuentos que escribió entre 1937 y 1945. Curiosamente nunca llegó a publicarlos (se editaron después de su muerte, así como dos de sus novelas, Divertimento y El examen), aunque algunos se conocían gracias a su divulgación en revistas culturales de la época como Correo Literario, que en 1944 incluyó «Bruja». La publicación de «Casa tomada» en el número de diciembre de 1946 de la revista Los anales de Buenos Aires, que entonces dirigía Jorge Luis Borges, a quien admiraba, supuso para Cortázar un espaldarazo a su carrera y una garantía de calidad para sus escritos (el cuento estaba además excelentemente ilustrado por Nora, la hermana de Borges). Años después el mismo Borges lo incluyó en su Antología de la literatura fantástica. En efecto, «Casa tomada» es una de las obras maestras del género. Con este cuento Cortázar abría Bestiario, oficialmente su primer libro, y hoy sigue siendo un referente imprescindible del género.
«Casa tomada» supuso el inicio de una obra que en cada entrega iba elevando la calidad de su estilo y perfeccionando la estructura de sus guiones. Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), Todos los fuegos, el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda (1980)... no hacen más que añadir imaginación y fantasía. La culminación se alcanza en «Diario para un cuento», el último cuento de su último libro de cuentos, Deshoras (1982), como si decidiera alambicar en un último esfuerzo todos los hallazgos de su literatura para alcanzar la perfección.
Otra cosa son las Historias de cronopios y de famas (1962), que trascienden la calificación de cuentos para situarse como un nuevo género aún inclasificable. Las «Instrucciones para subir una escalera» y las «Instrucciones para dar cuerda a un reloj» (su comienzo: Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo) merecen figurar en las antologías del surrealismo y el ultrarrealismo literarios. La última edición de Historias de cronopios y famas incluye tres relatos inéditos.
Queremos tanto a la Maga
Aunque Cortázar escribió seis novelas, el brillo de Rayuela ha eclipsado la indudable calidad de las otras cinco (entre ellas verdaderas joyas como 62 Modelo para armar o El libro de Manuel). Rayuela (1963) fue una revolución de la escritura en lengua castellana, una novedosa y deslumbrante obra literaria en la que se mezclan la imaginación, la transgresión, el juego, el humor, el dislate... para alcanzar una perfección irrepetible. La propuesta del autor de que la obra se puede leer en el orden de capítulos presentado pero también en los órdenes alternativos que él mismo sugiere, daba ya una idea de la novedad con la que el lector se enfrentaba al texto. De pronto se podía ser coautor de la obra, pasar de la pasividad a un protagonismo activo. Como una pieza de jazz (una música siempre presente en la vida y la literatura de Cortázar y también en su muerte: poco antes de morir pidió escuchar el solo de piano de I ain't got nobody interpretado por Earl Hines), la novela se va improvisando sobre sí misma, inventándose en cada capítulo, desarrollándose hacia el clímax de cada uno de sus episodios.
Rayuela es además una calidoscópica historia de amor (y de desamor), con todos sus componentes: la ternura, la pasión, los celos, la melancolía, la violenta ruptura con lo cotidiano. Hay dos elementos esenciales en los que se apoya la historia: los personajes y el lugar. En Rayuela un desvaído Buenos Aires y un laberíntico París se convierten en lo que Dublín había sido para el Ulises de Joyce: el escenario ideal para unos protagonistas impredecibles. Personajes de novela (Oliveira, la Maga, Rocamadour, Traveler, Talita...) que llegaron a influir en las costumbres de los jóvenes parisinos, como un antecedente de las reivindicaciones del Mayo del 68: entonces era frecuente ver por París a mujeres con un look especial: calzaban zapatos rojos y medias negras, odiaban cocinar, fumaban tabaco negro, eran irreverentes, criticaban cualquier síntoma de machismo y manifestaban un excesivo desparpajo, maneras todas ellas propias de la Maga, la protagonista de la novela. Para armar este personaje Cortázar se inspiró en Edith Aron, una polaca emigrada a Argentina, una mujer fascinante, alta y desgarbada, con la cabellera color azabache siempre despeinada. La conoció en 1950 en un barco que los traía a ambos a Europa, y en París se veían con frecuencia. Inmortalizada en las páginas de Rayuela, la Maga se ha convertido ya en una de las mitologías de la ficción del siglo XX.
Una completa obra completa
La obra completa de Julio Cortázar, que Galaxia Gutenberg ha editado con su peculiar esmero, es el gran homenaje de la industria editorial española al escritor argentino. Facilita la localización de todos sus cuentos, sus novelas y su poesía y añade textos inéditos, dispersos o poco conocidos, como su Teatro, su Obra crítica (Nicaragua tan violentamente dulce y Argentina: años de alambradas culturales, donde expone sin ambages su compromiso político con la izquierda), sus Cartas y hasta sus mejores Entrevistas, todo ellos precedido de interesantes estudios a cargo de los mejores conocedores de su obra, como Saúl Yurkievich, su amigo y albacea, responsable de esta edición, fallecido en 2005 en un accidente de tráfico; el escritor peruano Julio Ortega, profesor de literatura de la Universidad de Brown; Saúl Sosnowski (de la Universidad de Maryland); Rosalba Campra, catedrática de literatura en Roma, o Steven Boldy, de la Universidad de Cambridge. Se incluyen además curiosidades como los capítulos inéditos de Rayuela que Cortázar decidió excluir a última hora. Este aniversario es una excelente ocasión para reencontrarnos (o descubrir) a un escritor y a una literatura que marcaron un antes y un después en las letras hispanas.