La primera de las medidas es la definición de «vino ecológico», hasta ahora la denominación era «vino elaborado con uvas ecológicas», pero esto no cubre todo el proceso que va desde la uva hasta el vino. El «vino ecológico», señala la ruta que debe producirse de forma natural a partir de uvas ecológicas y cumplir además otros requisitos. Entre ellos el contenido máximo de sulfito, que se fija en 100mg por litro para el vino tinto (en el vino convencional es de 150mg), con un diferencial de 30mg/l cuando el contenido en azúcar residual es superior a 2 g/l. Se prohíbe así mismo el uso de ácido sórbico. Eso ha motivado la abstención de España en la votación.
El ácido sórbico, se utiliza habitualmente en los vinos generosos andaluces, como el de Jeréz. Es un conservante alimentario que reduce la aparición de hongos y levaduras, se usa de forma limitada. Según Bruselas hay otras alternativas a esa sustancia que se pueden utilizar en los vinos.
Francisco Robles, gerente de Bodegas Robles, productora de vino ecológico, considera que estas normas de la UE «no representan las especificidades reales de los vinos que se elaboran en España». La Comisión Europea financió un proyecto llamado ORWINE en cuyas conclusiones se ha basado para presentar las propuestas jurídicas sobre la definición de vino ecológico que han sido adoptadas por el Comité Permanente de Agricultura Ecológica.
Para el secretario general del Comité de Organizaciones Agrarias y de Cooperativas Europeas (Copa Cogeca), Pekka Personen, es «urgente» que se armonicen las normas privadas que se están siguiendo. En su opinión eso favorecerá el futuro del mercado del vino ecológico, ante el aumento de la demanda y de las importaciones de fuera de la Unión Europea, de países como EEUU, Chile, Australia o Sudáfrica en los que ya se han fijado normas.
Para Francisco Robles también es necesaria la normativa «que regule tanto la producción de la uva cómo la elaboración de vinos para así diferenciar de manera clara y concisa un vino convencional de otro ecológico y al mismo tiempo definir bajo un marco legislativo tanto las prácticas enológicas permitidas como las dosis mínimas y máximas de elementos a utilizar en la elaboración de los vinos certificados como tales».
Sin embargo cree que los representantes de la Federación Internacional de Agricultura Orgánica (IFOAM) no han sabido adecuar el proyecto ORWINE a la realidad española «ya que no puedes generalizar las prácticas vitivinícolas de nuestro país en tan sólo dos experiencias, y obviar el resto de la producción en todo el territorio.»
Las nuevas normas que ha decidido el Comité Permanente de Agricultura Ecológica (SCOF) se publicarán en las próximas semanas en el diario oficial de la UE y se aplicarán a partir de la vendimia de 2012.
Según Francisco Robles, la relación calidad precio de los vinos ecológicos españoles representa una gran ventaja competitiva y eso se percibe en el aumento de las exportaciones que se realizan a todo el mundo, no sólo a Europa. Aunque «no existe esa competencia feroz que hay en el mercado de vinos convencionales ya que la demanda de los ecológicos en el mundo supera hoy por hoy la oferta» afirma, y añade «las prácticas enológicas también son más restrictivas en nuestro país que en los centroeuropeos (caso de la edulcoración) y esto hace que los vinos españoles sean de más calidad organoléptica.»