No podemos culpabilizarlas, somos los humanos los que las traemos. Algunas son inofensivas, cuando se acomodan parece que siempre vivieron entre nosotros, no sólo no hacen daño a nadie sino que pueden ser muy beneficiosas. No hay más que pensar en el tomate o la patata que trajimos desde su hábitat natural en América y qué ricos que están y cuánto bien hacen.
Pero hay otros que no soportan vivir en sociedad. Sobre todo si es un hábitat diferente en el que no tienen depredadores. En la Unión Europea hay más de 11.000 especies exóticas documentadas por DAISIE, un programa de la Comisión Europea que ha estudiado estas especies, sus impactos y sus consecuencias para el medio ambiente, en el que trabajan más de 100 científicos europeos.
La mayoría de ellas no representan ningún peligro, pero aproximadamente un 15 % causan graves daños económicos, a la diversidad biológica, a las plantas nativas, a los animales y a los microorganismos. Si visitan la página de DAISIE, podrán conocer a lo peor de lo peor, las 100 especies alienígenas que causan más daño .
Son plantas, animales y microorganismos que llevados por los seres humanos se encuentran en un medio que desconocen pero que pronto colonizan. Del 12 al 14 de este mes de septiembre se celebrará en Pontevedra (Galicia) el «VII Congreso europeo sobre invasiones biológicas (NEOBIOTA 2012)».
Un ejemplo es la Sciurus carolinensis, una aparentemente inofensiva ardilla que come de todo, nueces, flores, yemas, frutas, hongos, algunos insectos, incluso huevos de aves y si no encuentra otra cosa corteza de árboles. O el Threskiornis aethiopicus un gran pájaro omnívoro o el Paralithodes camtschaticus un cangrejo de río que puede llegar a pesar hasta 10 kilos.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), estos invasores ocupan el tercer lugar en las amenazas a las especies en peligro de extinción. En el inventario europeo de especies exóticas figuran un millar de especies marinas, 2.400 invertebrados y más de 6.000 plantas terrestres y la lista no deja de crecer junto con el comercio, el transporte o los viajes de placer.
Hasta en la Antártida, donde el frío y la soledad parecen poco amigos de invasiones, un estudio indica que los turistas y los investigadores han llevado de forma involuntaria granos extraños, que podrían implantarse a costa de la flora local.
Es «la globalización de la naturleza», dice Jean-Philippe Siblet, director del Servicio del patrimonio Natural del Museo Nacional de Historia Natural de París (MNHN), que espera que los ecosistemas afectados se vayan adaptando.
Un estudio de 2001, llegaba a la conclusión de que los daños a nivel mundial causados por estos alien alcanzaría los 1.400 millones de dólares. Tim Blackburn, director del Instituto de Zoología de Londres, señala que es difícil calcular una cifra, pero puede ser una bola de nieve. Los científicos no se ponen de acuerdo en la solución, unos abogan por la «erradicación inteligente» y otros piensan que, en algunos casos, puede significar un enriquecimiento.